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EL ARTE PREHISTÓRICO DEL SAHARA ESPAÑOL(*)

MARTÍN ALMAGRO

Con la ayuda del Instituto de Estudios Políticos de Madrid hemos realizado, durante el presente año, una campaña de investigaciones prehistóricas y etnológicas por los territorios del Sahara español. El resultado de nuestros hallazgos será publicado debidamente en una próxima memoria científica, pero como avance hemos querido dar a conocer en este Noticiario Arqueológico un anticipo de los vestigios de arte rupestre que van apareciendo en aquellos territorios, de los cuales recogimos -una magnífica documentación en nuestro viaje. Seis son los lugares localizados por nosotros con arte rupestre en nuestros territorios del Sahara, de los cuales nos vamos a ocupar brevemente.

EL CERRO DEL ASLEIN BUKERCH

El más antiguo yacimiento, y sin duda alguna el mejor, por su arte y por su riqueza, se sitúa al lado mismo del camino de Esmara, una vez atravesado el campo de aviación de Asli, extensa llanada formada por el Ued seco de este nombre, donde se estableció al ocuparse aquellos territorios el primer campo de aterrizaje, hoy substituido por otro más cercano a la alcazaba de Esmara. Para llegar al yacimiento una vez situados en cualquier lugar de aquellos extensos llanos polvorientos, basta seguir la pista que desde El Aiún conduce por Sidi Hamed El Arosi a Esmara, la cual, al atravesar aquella llanada, se orienta por un cerro, "testigo" que ha quedado aislado por la erosión, en la serie de lomas de Color negruzco, formadas por el devónico característico de los alrededores de Esmara. El montículo lo denominan los naturales El Aslein Bukerch, y tiene una altura: de unos 30 m. sobre el nivel general de la llanura, quedando a la derecha marchando hacia Esmara por la pista mencionada que pasa a su lado mismo aprovechando el pequeño desfiladero formado en aquella cortadura de las lomas que separan las cuencas del Ued Asli y del Ued Zeluán, que es el río de Esmara, y al cual envía sus aguas el torrente que ha erosionado el cerro de referencia. Desde este lugar a Esmara habrá unos 12 Km., siendo el lugar fácil de visitar.

El yacimiento de arte de El Aslein Bukerch se caracteriza por ofrecer todas sus obras grabadas sobre unas lajas pizarrosas obscuras, del devónico de aquella región, que pueden ser fácilmente transportadas. Por ello resulta un enorme yacimiento al aire libre, de arte mueble, único en su género. Las lascas son de todos los tamaños. Las hay pesadas y ligeras; sus pequeñas dimensiones y su facilidad de transporte al pie de la pista, ha hecho que se hayan recogido por todos los oficiales, soldados y paisanos que por allí pasan, como un recuerdo de los negros e inolvidables paisajes que rodean a la extraña y misteriosa ciudad de Esmara. Cuando nosotros llegamos a Cabo Juby, lo primero que vimos fueron unas cuantas de estas piedras grabadas depositadas en el patio del cuartel de tiradores de Ifni(1) Algunas más vi luego en el Museo de El Aiún, formado por la inteligente iniciativa del delegado del Gobierno en la Sequía-el-Hamara, comandante don Galo Bullón, apoyo eficacísimo de todo el que se dirige a investigar en aquellos territorios.

Nosotros visitamos el yacimiento durante nuestra estancia en Esmara en dos ocasiones, y fotografiamos los vestigios que aun quedaban de tan magnífico conjunto, que lleva camino de agotarse pronto totalmente. Recogimos las piezas más transportables, pero no todas las que ofrecían interés. Algunas muy bellas quedaron depositadas en el Museo de El Aiún ya mencionado, habiendo ingresado las demás en el Museo Arqueológico de Barcelona, como valioso depósito del Instituto de Estudios Políticos de Madrid.

Describir todo aquel conjunto artístico del cerro de El 'Aslein Bukerch con sus peculiaridades únicas, no es posible hacerlo aquí. Desde luego, están representados en los grabados el rinoceronte y el elefante, desaparecidos hace siglos de la comarca y que requieren un medio climático muy diferente al que hoy ofrece el desierto. Además, vemos el Orix y el toro salvaje - también desaparecidos-, un équido indeterminable, el antílope o gacela y el avestruz. Además, tenemos conjuntos de signos sin posible interpretación, tanto a base de líneas rectas, cruzadas y en espiga, como curvas formando espirales, elipses, círculos, etc.

Muy importantes son también las representaciones humanas estilizadas, que se denominan en Prehistoria antropomorfos. En tres de estas piedras grabadas hallamos estos dibujos. Una de ellas representa un grupo de tres personajes, estilizados extendiendo las manos hacia adelante. Dado el sentido mágico que estas figuras hubieron de tener para el artista que las grabó, una de ellas, la de más a la derecha del que mira, parece un hombre disfrazado, posiblemente con una cabeza de rumiante. Es curioso que las tres figuras aparecen como en perspectiva, siendo la de la izquierda más grande y yendo luego disminuyendo de tamaño (lám. I, nº I).

También es una pieza plena de interés la representación de un elefante seguido de una figura humana que lleva otro disfraz, al parecer, en este caso' de simio, pues la cabeza y el rabo han sido dibujados con bastante naturalismo; en la mano parece ser lleva un pequeño arco, y tal vez se trata de una escena de caza en la cual el protagonista se ha disfrazado para mejor acercarse a herir la pieza que desea cobrar. Mide 22 cm. de altura por 44 de anchura ( láms. II y láms.III).
La placa que contiene esta escena, con su abigarrado entrecruzamiento de líneas representando elefantes, más o menos claramente dibujados, por su innegable valor la trajimos a España y se guarda en el Museo Arqueológico de Barcelona, junto con otras obras del mismo conjunto, del cual publicamos algunas para ilustrar la presente nota informativa.

Muy bella es también la placa con un toro grabado finamente ( lámina IV y lámina V). La erosión del aire ha hecho que se haya perdido algún trazo de esta bellísima obra de arte mueble dibujada en una placa de pizarra finísima de 22'5 cm. de altura por 30 de ancho.
Las arrugas de la piel, el pelo, las orejas y los pelos largos que salen de éstas, han, sido trazados con gracia y habilidad, no dudando en considerar este grabado, sobre cuya descripción no podernos detenemos, como una de las más bellas y conseguidas obras de todo el arte prehistórico del Norte de Africa.

Parecida por su técnica y por su gracia es la gacela corriendo, grabada en una placa muy delgada de 34'5 cm. de altura por 34 de anchura máxima (lám. VI y lám. VII). El artista ha sabido captar la nerviosa agilidad del animal en el momento que vuelve la cabeza para observar. Con líneas finísimas se ha dibujado toda ella y aun se aprecia con trazos más endebles otros dibujos semejantes más pequeños que no sabemos si considerarlos unidos a ésta como una representación de un pequeño grupo de gacelas huyendo, en perspectiva, pero más fácil será admitir unos simples ensayos del dibujante antes del trazo definitivo del animal descrito.

Muy bellos dentro de su sencillez son el elefante y la gacela dibujados en un mismo bloque (lám. VIII, nº 1). La técnica idéntica en el grabado y la misma concepción del dibujo nos inclinan a considerar ambas representaciones como -sincrónicas y nos aseguran una permanencia del elefante y de la gacela en los parajes donde ahora, sólo puede vivir ésta.

En otra piedra suelta se ve entre varios trazos de rayas y dibujos indescifrables, una magnífica representación de Orix Leucoryx con sus largos y curvados cuernos (lám. VIII, nº 2).

Una idea de lo que son las grandes placas grabadas de este yacimiento nos la dará la reproducida en la lámina IX. En la parte baja se destaca un elefante magnífico grabado con línea fuerte y segura. La trompa y a su lado los colmillos, patas y rabo garantizan la interpretación de este animal (lám. IX, nº 2). En este dibujo se inicia un gran esquematismo de líneas que veremos acentuado en otras figuras del mismo animal, como en el elefante de los alrededores de El Aiún, que describiremos en otro lugar (lám. XVI y lám XXI, nº 1). También es interesante en esta misma placa una representación posible de figuras humanas esquemáticas contrapuestas. Aparecen a la derecha de dicha placa y se ven las cabezas de forma casi trapezoidal, en tanto que los brazos y el cuerpo están trazados con simples líneas rectas.
A su lado se ha dibujado con una simple línea una serpiente de gruesa cabeza y toda la placa se ve llena de rayas y dibujos completamente indescifrables.

Por su técnica de fuertes líneas de perfiles en V y por su pátina parece de los más antiguos dibujos de esta estación un rinoceronte grabado en uno de estos bloques (lám. X, nº 1). Las pequeñas orejas y el cuerno del hocico no deja lugar a dudas sobre la interpretación de este dibujo de gran interés, por asegurarnos, en la época en que se grabó este dibujo, la existencia en aquellos parajes del rinoceronte, animal hoy ya casi extinguido y que debió desaparecer hace mucho tiempo de la región del Sahara. De esta misma técnica de grabado profundo son otras figuras, como las que se conservan en Cabo Juby, primeras que vimos y que -consideramos hoy como procedente de este mismo cerro de El Aslein Bukerch. Representan el toro, la gacela y el onagro o asno salvaje entre otros (lám. XI).

En otras piedras semejantes aparecen grabados de avestruz (lám. XII, nº 1) y de antílopes, y otros animales a veces tan estilizados, que no son fáciles de interpretar, a pesar del sano naturalismo de la mayoría de los dibujos conservados en este yacimiento.

Casi todos los dibujos de El Aslein Bukerch están trazados con línea firme y seguida, a veces muy profunda de perfil en V, sin mostrarnos- ninguna otra particularidad técnica y siempre con un sano y vigoroso naturalismo que luego parece se perdió entre los cazadores artistas del Sahara. Algunas veces estos trazos son finísimas rayas casi imperceptibles, no pudiéndose establecer ningún paralelismo cronológico a base de.la técnica, pues figuras buenas y malas, según los artistas, se han logrado con ambas técnicas.

Todavía recogimos una única pieza que tiene dibujada con línea seguida una estilización elipsoidal, y a su lado se ha grabado a base de puntos conseguidos con golpes de martillo de indudable habilidad, un Orix (lám. X, nº2). Esta técnica de punteado muy diferente a la anterior, es la que abunda en otro yacimiento próximo, el cual describiremos a continuación, y que, a juzgar por la fauna más reciente y por la técnica mucho más torpe, consideramos como el final decadente del arte de aquella región.
Otra de estas piedras grabadas nos ha conservado un dibujo claviforme en el cual se ve claramente un hacha enmangada (lám. XII, nº 2).
Aun están por citar otros dibujos extraños, a veces fragmentos de representaciones animales o grabados geométricos que al romperse resultan indeterminables (lám. XIII, nº 2).
Además de las placas en las cuales se grabaron animales y de las cuales hemos reproducido algunas de las principales, para dar una idea de lo que es aquel conjunto, aparecen con relativa frecuencia otras placas con grabados geométricos diversos. Unas veces son simples líneas sin sentido alguno o formando dibujos entrecruzados (lám. XIII, nº 1, y lám. XV, nº 2), otras veces se ven trazos como para dibujar un animal que no se terminó (lám. XV, nº 1), o de muy tosca factura, como el elefante tan burdo como fuertemente grabado de la lám. XVI. A veces hemos de pensar -en posibles estilizaciones como en las figuras grabadas en la lámina anterior y en la lámina (lám. XIV, nº 2), y aun la figura de la parte inferior a la derecha de la, placa reproducida en la lám. X, nº 2.

Tal deducción no es personal, sino basada en el proceso seguido en otros ciclos artísticos por el arte y que en el Sahara veremos como con razón puede ser admitida la hipótesis de una evolución semejante.
Por cuanto aquí brevemente reseñamos, podrá darse cuenta el mundo científico del interés de este yacimiento único en su género hasta hoy descrito y del cual preparamos una detenida Memoria junto con los otros conjuntos de arte rupestre del Sahara español, de los cuales haremos breve mención en las páginas siguientes.
No queremos dejar de insistir, antes de terminar nuestra resena, que los artistas de El Aslein Bukerch sólo nos han dejado obras muebles rarísimas en Africa del Norte, y de un valor estético a veces considerable. No es exagerado decir que sus dibujos trazados con mano segura y con fuerte naturalismo son de lo mejor que se conoce en todo el Norte de Africa. El cerro aislado de Bukerch debía tener un valor mágico para aquellos cazadores que acudirían a este lugar estratégico a realizar sus ritos de magia simpática para cazar antes de ir en busca de sus presas. Aun hoy ciertos pueblos primitivos realizan, según han comprobado los etnógrafos, prácticas semejantes¿ Por ello debemos considerar cómo un lugar de culto y no como un taller de obras de arte aquel cabezuelo negro que aun guía a través de los llanos de Asli al caminante que busca la vaguada segura que le ha de conducir al cauce del Zeluán, en cuyas márgenes se levantó Esmara por la fe y la entereza extrañas del Chej Ma el Ainín.

Los artistas cazadores de El Aslein Bukerch. nos han dejado por regla general obras exentas, es decir, sin sentido de la composición. Han dibujado animales solos, sin componer escenas, aunque a veces en el mismo bloque o laja de piedra aparezcan distintos animales grabados incluso con trazos fuertes en V unos, en tanto que otros se han logrado con sencillos rasgos que son casi finos arañazos, pero de gran seguridad y maestría. Sólo en algún caso se ve una intención de componer una escena como en la placa que ya hemos descrito (láms. II y III), donde vemos el antropomorfo citado que parece seguir un elefante, y en esa otra, también ya mencionada (lám. I, nº 1), donde parece ser se han grabado con cierta perspectiva tres antropomorfos. Muy interesante y sugestivo resulta un grabado -que nos ofrece dos toros vistos por detrás (lám. I, nº 2). Con una ingenuidad y simplicidad de recursos grande, el artista ha representado las imágenes en un escorzo de gran valentía, muy nuevo y original en este conjunto artístico. Dentro de la misma concepción de los toros vistos por detrás en perspectiva, se podrá interpretar la figura contrapuesta a las anteriores que vemos junto a ellas en el mismo bloque. Aquí en esta figura los cuernos se han alargado exageradamente y las patas se han dibujado con líneas paralelas. Todavía la misma piedra en su parte derecha nos ofrece un dibujo de un artista más torpe, pero que con la misma técnica ha grabado un cuadrúpedo, al parecer un équido indeterminable, de estilo muy semejante a los que aparecen en el arte rupestre de las regiones de Mauritania al sur y sudoeste de nuestro Sahara. Pero sobre las relaciones, origen y cronología de este yacimiento no hemos de insistir aquí.

LOMA DE ASLI

Otro yacimiento, éste de arte rupestre y sin vestigios de arte mueble, se halla próximo al que hemos descrito. Se encuentra con facilidad al Regar por la vaguada que desde el santuario de Sidi-Hamet-el-Arosi desemboca en los llanos de Asli. Está sobre una loma -que separa la vaguada, seguida por la pista que viene de Sidi-Hamet-el-Arosi al apartarse de la Sequía. Dicha loma de Asli, al terminar en los llanos citados, precisamente donde estuvo el campo de aviación, ofrece unas piedras erosionadas por el viento en su parte más alta y en su mayoría situadas hacia la ladera que mira -al seco Ued Asli. Allí hay grabados -sobre 1 a: roca no en bloques exentos, una serie de figuras torpes, todas ellas conseguidas no con grabado firme, como las de El Aslein Bukerch, sino a base de golpes de percutor sobre la roca. No son muchas, y representan sin excepción la fauna actual del desierto; al menos aquellos dibujos que pueden ser interpretados, pues el naturalismo fuerte y vigoroso de los bloques de El Aslein Bukerch no se ha conservado por los artistas de la loma de Asli. Lo más bello es alguna gacela y algún avestruz, pero casi todo aquel conjunto sólo ofrece figuras imposibles de interpretar de animales torpemente trazados con una técnica burda de martilleo, con cuyos golpes se va obteniendo las siluetas más o menos realistas de los animales.

No dudamos en atribuir una época mucho más tardía a estos dibujos, pues ya incluso la fauna de los tiempos anteriores a la desecación del desierto que vemos en El Aslein Bukerch, ha desaparecido.
La más bella figura de todas las conservadas en la loma de Asli es una gacela airosa y cuya sencilla silueta ha sido bien conseguida (lám. XVII nº 1).
A su lado, pero contrapuesta, hay dos figuras, una de otra gacelita menos bella y otro animal de cuello larguísimo indescifrable (lám. XVII nº 2). Además, por todo su alrededor aparecen señales de dibujos obtenidos por percusión completamente indeterminables.
Todavía en una roca próxima se puede ver un grabado de avestruz de los más naturalistas de este conjunto (lám. XX, nº 1). El rabo y los movimientos de este animal han sido bien captados.
De otro estilo más sencillo, pero conseguido con la misma técnica, es un dibujo esquemático, al parecer de un carnicero o felino, el cual sólo se ha dibujado con sus patas, orejas y rabo como un dibujo infantil (lám. XVIII, nº 1). Encima de él se ve la silueta de otro animal, que se podría considerar igualmente un canido o carnicero, pero tan mal conseguido, que no es posible dar una opinión.
Igualmente se puede considerar como un elefante, a juzgar por su trompa, otro dibujito inmediato tan tosco como el anterior (lám. XVIII, nº 2).
Y todavía son más imprecisos otros dibujos de la misma técnica conservados por todas aquellas rocas gastadas por la erosión eolítica. Un orix a juzgar por los largos cuernos (lám. XIX, nº1), un équido (lám. XIX, nº2) y algunos otros rumiantes (Iám. xx, n.o 2), nos ha parecido poder ver en aquellas representaciones tan toscas de las rocas erosionadas de la loma de Asli.

El arte de este yacimiento es tan diferente en su realismo y técnica al de El Aslein Bukerch, que nos obliga a pensar en una larga separación cronológica, aunque la piedra hallada por nosotros en aquel cerro en la cual se puede ver, grabado con esta técnica de punteado, un orix (lám. X, nº 2), es un firme punto de unión entre ambos conjuntos tan próximos geográficamente, pues sólo unos seis o siete kilómetros separan ambos yacimientos.

SAFIA DE EL AIÚN

Antes de construirse el bello pueblecito de El Aiún, los indígenas frecuentaban sus alrededores para gozar de sus fuentes, tan raras en el desierto. Hoy las blancas casas cubiertas por cúpulas semiesféricas, concebidas por nuestros oficiales y sus buenos compañeros de colonización, los albañiles de Canarias, han transformado aquel lugar. La tenacidad y sentido fundacional del comandante don Galo Bullón han hecho nacer este blanco pueblecito, hoy una de las más gratas estampas del desierto. A ioo m. de distancia del poblado hacia el oeste, en las rocas caídas sobre la depresión marginal de la misma Seguia-el-Hamara que allí se remansa formando una laguna, han aparecido recientemente unos cuantos dibujos prehistóricos, de un arte más torpe que los grabados de El Aslein Bukerch y distintos de aquél, pero en los cuales la aparición del elefante les asegura una antigüedad respetable. El lugar es denominado por los indígenas Safia, y hoy ya se ha convertido en el basurero de las afueras del poblado, pues para copiar y fotografiar los dibujos que allí se conservan fué preciso limpiar la superficie de la roca grabada de los restos del vertedero.(2)

Las figuras aparecen en dos grupos situados de unos 10 a 15 m. de proximidad el uno del otro. El más cercano al Aiún, al lado mismo de la casa del segundo jefe político de la zona, es el más pobre. Lo forman unos trazos indescifrables, estilización al parecer de un cuadrúpedo. Un poco más adelante hay un dibujo muy simple de elefante. Es de bastante tamaño, pues mide 2'10 m. de longitud por 1'50 de altura máximas. La trompa, la cabeza, las cuatro patas y el rabo han sido trazados dentro de una tosca estilización que, sin embargo, permite interpretar el dibujo sin ninguna duda (lám. XXI, nº 1).

Al lado de este animal hay un grupo tosco, también de diversas figuras, que representan un toro muy burdamente trazado, con sus largos cuernos, sobre- los cuales se ha dibujado un doble falo (lám. XXI, nº 2). Esta figura mide 0,80 m. de longitud máxima, y a su derecha, y un poco más arriba, aparece un cuadrúpedo de especie indeterminable (lám. XXI, nº 1), y luego aun se ven sobre la misma losa varios falos simples y dobles, y también unas curiosas esquematizaciones humanas representadas con un círculo, y superpuesto a él, una simple cruz latina (lám. XXII, nº 2, y lám. XXIII). Este tipo de representación humana lo hallamos también en España durante el Neolítico, aunque suelen ser algo más pequeñas, pues los dibujos que citamos de El Aiún miden de 30 a 35 cm. de longitud.
Todavía podemos mencionar, además de los tres lugares con arte rupestre que hemos visitado personalmente, otros conjuntos de arte rupestre del Sahara que esperamos estudiar y publicar debidamente en una próxima campaña.

El más importante es el de El Mecaiteb, situado en la alta Seguia, cerca del Alfarsiya. Resultará un rival digno del arte de El Aslein Bukerch con representaciones de la misma fauna tropical ya extinguida. Rinocerontes, elefantes, jirafas, orix, etc. Todos ellos grabados magníficamente y sobre placas portátiles. Lo alejado del lugar ha conservado intacto este conjunto recién hallado, y ello permitirá hacer el inventario completo que en El Aslein Bukerch no ha sido ya posible por haber sido saqueado desde 1935 acá por todos los viajeros y visitantes de Esmara, ya que se halla, como hemos dicho, al lado mismo de la pista que va de El Aiún a aquella ciudad.
Otros conjuntos podemos también mencionar aquí aunque sea simplemente, pero ya del mismo estilo y técnica usados para obtener las representaciones de la loma de Asli. Uno se halla situado en el Gleibat Musdat, al norte de la cadena de montes del Adrat Sutuf, unos 100 kilómetros al noroeste de Tisla al iniciarse la cadena montañosa citada. (3) También en las inmediaciones de Tantán, en un lugar llamado Fahra, existe un conjunto de grabados rupestres, según nos aseguraron varios indígenas, pero no pudimos visitar aquella zona en nuestro primer viaje de estudios. (4) Aun hemos de mencionar algunos otros parajes citados por T. Monod (5) a base de noticias imprecisas de autores franceses por si pueden ser comprobadas sobre todo por los oficiales españoles que recorren el desierto occidental. Estos lugares son de sur a norte los siguientes: Bir Lemuissat o El Muissat en Zemur, donde se situaron por el teniente coronel Bouteil en 1934, unos grabados de impreciso estilo y significación por lo deficiente de la noticia.(6) También se citan grabados o inscripciones indeterminados en la roca de Tilmatkor en el macizo del Zini, al sur del río Dra y cerca de la cuenca del Chebica. (7) En este río, sin más referencia, se citaron por C. Douls, en el siglo pasado, representaciones de hipopótamos, jirafas y elefantes, pero sin más detalle ni otra precisión geográfica ni técnica sobre estos grabados. (8) Con lo dicho basta para dar una idea de lo que hasta el presente ofrece nuestro territorio al conjunto del arte rupestre sahariano, manifestación artística ya conocida desde antiguo y a la cual se han dedicado valiosos trabajos. (9) El principal centro de este arte rupestre de grabados más o menos naturalistas aparece en el sur del Oranesado, en la zona de Figuig, en los montes de Ksur y de Djebel Amur. Más hacia el sudoeste tenemos otros conjuntos en los alrededores de Tarhit, localidad Kaar Zauar, y de Igli, localidad de Daïet es Stel, en los montes de Uled Naïl, que se unen con la cadena de Djebel Amur hacia el este. En la parte más oriental de Argelia, en la región de Constantina, y hasta la zona de Tebesa, han sido localizados otros conjuntos de estos grabados rupestres.(10)

También por Marruecos y en el Atlas y zona predesértica y desértica occidentales donde faltaban los hallazgos, éstos recientemente se han venido dando a conocer en los últimos años. A. Ruhlmann, al cual tanto debe la Prehistoria del Mogreb, los ha recogido en sus publicaciones conforme más al sur, ya en el Sahara francés ha hecho sobre todo T. Monod.
Citaremos aquí los hallazgos del sur mogrebí con mayor detenimiento, pues se enlazan con los de nuestra zona. En Tarnegdult, al noroeste del Anti Atlas, existe una serie de bóvidos, elefantes y équidos grabados. En Zug el Arba, en Tafraut, al sur del Anti Atlas, el capitán A. Ribaut descubrió una serie de bóvidos del mismo arte, cuya cornamenta dibujada de perfil recuerda algunos dibujos de toro de El Aslein Bukerch.

Todavía más al sur, en Khenez Tafagunt, al sur del alto Draa,(11) río que sirve luego de frontera con nuestro territorio, se hallan una serie de buenas representaciones de antílopes y avestruces. En Aka, al este de Djebel Bani, se encuentra aislado un mamífero, y sobre su cabeza, un adorno discoidal. El grabado recuerda nuestro toro de El Aiún, aunque el motivo que se superpone a la figura allí es un disco como en otros conjuntos de este arte, y en nuestra figura es un doble falo, caso único que conocemos. También hay grabados rupestres en la región de Alnif, al sudeste del Djebel Sarro, y merece especial mención un rinoceronte bastante bueno, en Taurirt (Ait Saadane), por ser este animal el primero que debió desaparecer del desierto y asegurar una mayor antigüedad a los yacimientos en que aparece. Al nordeste de Tamegut hay también varios grabados de animales, con líneas grabadas en V, como algunos de los que aparecen en El Aslein Bukerch de Esmara. (12)

Muy especial mención merece un único grabado mueble dentro de todo el arte neolítico de tradición capsiense, conocido hasta hoy en el Norte de Africa. Procede, sin más datos sobre su origen, de la zona del Alto Guir, y está hoy en la colección P. Delmas, médico mayor de aquellos territorios (13) Dibujado, con trazo firme, sobre un pequeño bloque de piedra; su paralelo con los que publicamos del yacimiento del Sahara español es extraordinario. Fue recogido por un oficial meharista de Colomb-Béchar, y aunque no sabemos más de su origen, seguramente debió formar parte de un yacimiento, como los que nuestra zona ha proporcionado en el Aslein Bukerch y en El Mecaiteb de la alta Sequía.

Todo este bello arte antes era desconocido en nuestros territorios, pero hoy, gracias a las investigaciones recientemente realizadas y que se reseñan en esta nota, ya podemos mostrar conjuntos del arte prehistórico del Sahara español de tres momentos distintos de su evolución, desde su apogeo en El Aslein Bukerch hasta su decadencia y degeneración representada por los conjuntos de Safia en El Aiún, y aun más en los de la loma de Asli y cerro de Gleibat Musdat.

Es de suponer que nuevos hallazgos se irán sucediendo, con lo cual el mapa arqueológico de, aquellos territorios no ha mucho casi totalmente en blanco, se irá enriqueciendo, descubriéndonos el pasado de aquellos parajes hispanos cuyo estudio nos corresponde realizar a los especialistas españoles que, a pesar de las molestias que representan estos trabajos, tenemos allí un amplio campo de actividad apenas iniciado.

Todo este arte entra dentro de la cultura denominada Neolítico de tradición Capsiense, del cual también hemos recogido en nuestro viaje los más bellos y, sorprendentes hallazgos de su industria lítica. Se desarrolló esta cultura entre el 5000, y el 1000 antes de nuestra Era, según la cronología propuesta por Vaufrey para el Norte de Africa. Sin embargo, es seguro que hacia el oeste atlántico estos pueblos perduraron muchísimo sin apenas cambio alguno. Las zonas del Africa occidental, sobre todo estas regiones apartadas lindantes con la Mauritania, no debieron, recibir las corrientes que vivificaron la parte africana de la cuenca mediterránea. Desde las tierras del norte avanzarían lentamente algunas influencias hacia el sur, pero la arqueología prehistórica de todo el Sahara está aún poco conocida y no podemos sino establecer muy hipotéticas suposiciones sobre la evolución histórica de tan extensos territorios. Sólo aparece clara la unidad cultural del Neolítico de tradición Capsiense y la unidad étnica de los hombres que lo realizan, representados desde el Paleolítico y a través del Neolítico por los cráneos de Mechta el Arbi y de Afalu bu Rumel, seguros predecesores del bereber actual.

En un trabajo próximo publicaremos un resumen de los materiales de la industria de las culturas prehistóricas de nuestro Sahara, recogidos en la pasada expedición, y trataremos del estado actual de nuestros conocimientos sobre la Arqueología Prehistórica de aquellos territorios. También es nuestra intención publicar una Memoria científica de todos estos yacimientos de arte rupestre, unos brevemente publicados ahora y otros sólo mencionados aquí, a todos los cuales hemos querido, al menos, mencionar -en esta nota previa. - MARTÍN ALMAGRO.

(*) ALMAGRO BASCH, Martín, 1944, El arte rupestre del sahara español, Ampurias, VI
(1). Dos de estas piezas del fuerte de Cabo Jubi han sido publicadas por J. MARTÍNEZ SANTA OLALLA en la Revista Geográfica Española, nº 10 y Atlantis, XIV, 1941, y no sabemos si las halló donde nosotros las hemos visto o in situ. De haberlas fotografiado en el- campo, nos extrañaría sobremanera el que aparecieran en el yacimiento de la loma que se sitúa al otro lado de los llanos del Ued Asli, como dice el mencionado autor. Este, parece ser, fué el único yacimiento por él visitado y en el cual, como describiremos a continuación, no hay nada semejante a estos grabados hermanos del conjunto de El Aslein Bukerch. El cerro de Asli fué descubierto por el comandante Galo Bullón y el capitán López Turión, en la Navidad del año 1935. Nosotros suponemos que los bloques con grabados publicados por Martínez Santa Olalla los debió ver dicho señor, como nosotros, en el fuerte de Cabo Jubi, dándolos como procedentes de Asli al no conocer bien su origen.
(2). Como por todo aquel lugar se van edificando casas, el comandante delegado del Gobierno ha prohibido destruir los dibujos, que pueden ser visitados por cuantos lleguen hasta El Aiún, que lleva camino de ser una prueba de la eficacia y tenacidad de España en las pobres tierras saharianas que los injustos Tratados nos han respetado.
(3). Noticias facilitadas por el entomólogo señor Mateu, el cual ha recogido en sus importantes y detenidas prospecciones por el Sahara varios materiales prehistóricos de singular interés, algunos utilizados por nosotros al pasar por El Aiún, amablemente prestados por este buen amigo y colaborador al cual queremos darle desde aquí las gracias.
(4). Sin embargo, deseamos divulgar esta noticia por si algún especialista o algún oficial denuestro ejército, u otra persona cualquiera que pase por aquella posición, puede localizar mejor el lugar de referencia.
(5). THEODORE MONOD, Contribution a l'étude del Sahara Occidental. Fase. 1, Gravures, Peintures et suscriptions rupestres. París, 1938. En las páginas 4 y 5 de este trabajo nos da el autor un mapa donde se señalan numerados todos los hallazgos.
(6). MONOD, ob. cit., n.o 12, pág. 20.
(7). F. DE LA CHAPELLE, Les tekna du Sud Marocain. París, 1934, nota 1, pág. 20, y MONOD, .ob. cit., n.o 88 bis, Pág. 77.
(8). C, Douls, Bulletin de la Société Géographique, vol. ix, 1888, Pág- 456, y MONOD, ob. cit., n.o 70, Pág- 68.
(9). La monografía básica para el conocimiento del arte rupestre norteafricano, donde se ha reunido toda la bibliografía esencial, ha sido publicada por R. VAUFREY, L'art rupestre Nord-Africain, en Archives de L'Institut de Paleontologie Humaine, Memoire 20, París, 1939. Para el Sahara es capital el reciente trabajo de T. Monod citado en la nota 3 de la pág. 281, en el cual se han inventariado todos los hallazgos con su bibliografía.
(10). La bibliografía de todas estas estaciones, en R. VAUFREY, Ob. cit., Pág. 14.
(11). Les recherches de. Prehistoire dans l'Extreme Sud-Marocain, en Publications du service des Antiquiffs du Maroc, fase. 5, 1939, 107 págs., .56 figs., 1 mapa.
(12).- La bibliografía de estas estaciones, además de la obra de A. RuhImann citada, es la siguiente,: L. CLARIOND, Les gravures rupestres d'Ait Saadane (Maroc Saharien), en Bulletin de la Société de Prehistoire du Maroc, -M, 1933, Págs. 91-95, 4 figs. - P. Russo, Sur les gravures rupestres de l'Ouest Draa (Maroc Meridional), en Bulletin de la Société de Prehistoire du Maroc, VIII, 1934, Págs. 3-62, fig. - A. RUHLMANN, Le gravure rupestre de Merkala (Maroc-Saharien), en ídem, Págs- 47-58, 2 figs.
(13). Publicado por R. VAUFREY, ob. cit., pág. 15, fig. 2.
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