5.3.- Etnología
Los artistas del Abrigo Grande no son, o al
menos no queda reflejado en su arte, un pueblo ganadero. No
encontramos ninguna escena que así lo ponga de manifiesto.
Es más, la fauna representada en el abrigo es para nosotros
totalmente salvaje. Si existe alguna escena que relacione la fauna
y la figura humana, es una posible escena de caza (Panel 1). Las
figuras se representan desnudas, con peinados y tocados especiales
que los distinguen e individualizan, llevan en sus manos
artefactos, algunos de los cuales muy bien podrían ser
bastones de caza, de autoridad, o demostrativos de la dignidad del
personaje. No llevan corazas, ni espadas, ni lanzas o jabalinas.
No encontramos ni rastro de alfabetos ni de
signos codificados. Pudieran llevar el cuerpo cubierto de
pigmento, suposición a la que llegamos por la gran cantidad
de imprentas de manos, imaginamos la acción de plasmar la
mano, después de embadurnarse el cuerpo de rojo, con los
restos de pintura corporal. Como ya hemos visto en el apartado de
técnica, parece posible la utilización de decoración
corporal y es una práctica considerada verosímil en
la prehistoria y documentada en la comparación etnográfica
de poblaciones actuales y sub-actuales de la zona
saharo-sahaliana. Esta práctica de embadurnarse el cuerpo
con oxido de hierro, probablemente, está más
relacionada con prácticas profilácticas y mágicas
que con el simple gusto por la decoración (Hachid, 2000, p.
58). De la descripción fisiológica de las figuras
humanas, se desprende la posibilidad de la existencia de dos tipos
humanos. Uno, estilizado, poco musculoso, de cuerpo fibroso y atlético
(como las figuras del panel 2, grupo 3, escena 3 y el del panel
8), se observa en las mujeres la tendencia a una esteatopigia
clara. El otro tipo humano parece ser más musculoso y
robusto (Panel 13, fig. 221, 222). |