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MAGIA Y SUPERSTICIÓN EN EL SAHARA ESPAÑOL(*) Al verificar un estudio de las creencias mágicosupersticiosas existentes entre los pueblos del Gran Desierto, se hace preciso destacar la influencia que los factores mesológicos ejercen en la sensibilidad de sus habitantes. En el marco grandioso de una Naturaleza de colosal magnificencia, el ánimo se halla dispuesto a la creencia en poderes gigantescos. La aridez de las enormes extensiones, la triste soledad de la interminable sabana de arena, tan sólo interrumpida por montañas ásperas y desnudas; la inmensa hostilidad, en suma, de la Naturaleza, crea en la mente de los nativos el estado propicio para idear un mundo poblado de genios y espíritus malignos que alientan en el seno de las arenas y en las entrañas de las rocas a los cuales se debe el cúmulo de desdichas que se suceden durante la vida en tan desfavorables comarcas, saturadas de un ambiente de desolación. Las montañas de arena que el viento levanta y hace desaparecer alternativamente parecen animadas por espíritus poderosos que anidan en su seno y en el aire y que traman la aniquilación de los mortales. Las plantas escasas y endurecidas que hunden sus raíces en las hendiduras de las rocas, nutriéndose del rocío nocturno, son el mísero testimonio de la voluntad destructora de los poderes adversos. Los nómadas, tras muchos días de marcha, sufriendo la sed, el calor sofocante y el frío nocturno, tienen el ánimo sobreexcitado y apto para admitir la existencia de esas fuerzas extrañas que labran su desdicha El silencio impresionante que reina en aquellas extensiones, la monotonía de las arenas infinitas, la rudeza de las "hamadas", todo ello se conjura para crear ese profundo mundo sobrenatural del saharaui En ese medio ambiente inhóspito pululan
legiones de demonios de diferentes clases y condiciones, que realizan
diversas actividades de índole maléfica. Así,
unos fomentan las enfermedades y la muerte; otros distraen al creyente
de sus plegarias; otros arruinan las cosechas, etc. Por esto hay que
prevenirse contra sus manejos y contrarrestar su poder usando de los
remedios y ceremonias que señala la profusa ciencia mágica
desarrollada en el país. Con esas prácticas se puede
lograr, no tan sólo evitar el daño, sino también
tornar favorable y amistoso al yen al que se dirija la acción.
Existen así, en este aspecto, dos tipos de ritos: ritos de
neutralización (de aplacamiento o de apaciguamiento) y ritos de
propiciación. En la vida diaria, un gran número de usos
y costumbres están regidos por esta idea primordial del terror
a los genios. El uso del litam o velo es menos necesario para evitar
la entrada del polvo y del viento que para impedir el acceso de los
yennun por las vías respiratorias. La costumbre de morderse
instintivamente las puntas de los dedos tiene por objeto hacer huir a
cualquier demonio que pudiera haberse introducido en el cuerpo. No
debe tampoco pisarse la sombra para evitar que el yen se instale en el
cuerpo en determinadas horas que se consideran propicias para sufrir
este ataque, tales como el Nusf en Nehar (mediodía) y Bein
el?uaqt. Pero no todas las relaciones entre hombres y genios
son hostiles. Son frecuentes los casos de hombres que llaman a los espíritus
e invocan su ayuda. De ellos esperan que les indiquen el autor de un
robo, que les informen del porvenir o noticias de amigos ausentes o
que les descubran tesoros ocultos de los que son guardianes. Porque
está muy arraigada la creencia de que los yennun favorecen a
sus amigos, en igual grado en que perjudican a quienes no tienen
consideraciones con ellos. Los medios más usados en Río
de Oro para propiciarse a los genios consisten en proporcionarles
comidas sanas y abundantes y ofrecerles sacrificios en los lugares que
habitan normalmente. El sacrificio de aves y animales domésticos
es uno de los que más agradecen, porque el sabor y olor de la
sangre derramada les resulta particularmente grato. Los yennun tal como aparecen a la mentalidad del saharaui son como explica el Demiri, espíritus que pueden adoptar formas diversas; tienen inteligencia voluntad, poder para realizar las cosas más portentosas; son arquitectos y constructores sin igual; poseen una fuerza sobrehumana y son ligeros como el relámpago; saben crear súbitamente las más extraordinarias proezas; son grandes artífices, los más hábiles maestros en todos los oficios y conocen el secreto de todos los tesoros ocultos. Viven preferentemente en los árboles, bosquecillos, piedras, montañas o ríos. Por ello, junto con la creencia en los yenunn, se vincula la idea de adoración naturista que existió ya en los antiguos pueblos semíticos. Los antiguos árabes tenían sus árboles y bosques sagrados, pero el culto de los árboles es, entre los pueblos norteafricanos, anterior a la llegada de los árabes y con el de las piedras ocurre igual, según los testimonios de Clemente de Alejandría. Antes de la llegada de los árabes, existían
en Africa de] Norte piedras, rocas y grutas sagradas, según
Basset. Existen fuentes sagradas que son supervivencias de un antiguo
baalismo o culto de la Naturaleza, y para los saharauis actuales los
lugares abundantes en agua son sitio preferentemente ocupado por los
yennun. Aquí puede verse una íntima compenetración
de las creencias antiguas con las aportadas por el Islam durante su
expansión africana. La segunda forma consiste en contaminar los
alimentos con determinadas sustancias, que, aunque no son veneno en sí,
implican poder maléfico reconocido: sangre menstrual,
fragmentos de cadáver, huesos o tierra de las tumbas, etc. Este
procedimiento se emplea también para otros fines distintos de
la muerte, como es el de causar la impotencia. La mujer saharaui, para
evitar la infidelidad de su marido, le hace comer un plato preparado
por, ella que contiene todos estos ingredientes o parte de ellos:
cerebro de hiena sangre menstrual, cabellos humanos y trozos de tela
del sudario de un cadáver. Todo ello mezclado con el alimento y
previamente molido. Para conocer los designios de los genios, también se emplea la adivinación. EL método más empleado es el del plomo fundido: el kefif Las ceremonias preliminares consisten en encerrarse en un círculo y pronunciar ciertas palabras. En una cuchara se funde plomo con hierbas aromáticas destinadas a alejar a los genios del error, y se mete en agua iría el líquido obtenido. Cuando el metal se solidifica, se examina. Si tiene la superficie tersa y brillante, es de buen augurio. Si tiene asperezas negruzcas, se verifican acontecimientos siniestros. Se emplean también omóplatos. El espejo de tinta lo dibuja un taleb en la mano de su consultante. Es un cuadrado o, si esta mano presenta las condiciones requeridas, una cierta disposición de líneas, entonces llama a una tercera persona. En medio del cuadrado se coloca una espesa gota de tinta, con la que escribe en diversas partes del cuerpo de la persona que consulta palabras de oculto significado, se recitan fórmulas cabalísticas y versículos del Corán hasta que se suceden determinadas apariciones: genios, yennias, cuyos nombres va pronunciando el hechicero y a cada cual de cuyas apariciones le da un determinado significado. Los árboles en esta región, en virtud
de su escasez, adquieren especial dedicación. A esta causa se
agrega la veneración que se les confería en el antiguo
mundo semítico. De esto da testimonio el Antiguo Testamento al
decir: "Abraham plantó un bosque en Bersabee y allí
invocó el nombre del Señor Dios Eterno" Génesis
XX, 31) o "Erigió estatuas a Baal y plantó bosques
en honor suyo" (Reyes, IV, XXI, 3). Esta veneración se
transmitió al mundo mediterráneo antiguo. "Los árboles,
dice Plinio fueron los primeros templos y vemos hoy los campos, fieles
a la simplicidad del antiguo culto, consagrar su más bello árbol
a la divinidad." Estas ideas persisten aun entre los nómadas
del Sáhara, que colocan al pie de algunos árboles
ofrendas de leche, frutos y miel, invocando sus ramas. Frecuentemente,
se cargan sus troncos de banderolas y cintas. En el Gran Desierto los
árboles, las piedras y las fuentes reciben el tributo de una
destacada veneración. (*)Cola, J., 1953, Magia y superstición en el Sáhara español, Africa, p. 133-135 |
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