CAPITULO
II
DIVISIONES
DE LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS: EL PALEOLÍTICO INFERIOR
La aparición del hombre
Sólo en los albores del período
Cuaternario comenzamos a encontrar los primeros vestigios del hombre,
representados por instrumentos líticos, ya que toda otra clase
de útiles que debieron utilizarse no han llegado hasta
nosotros. También resultan mucho más antiguas las
primeras industrias humanas identificables, que los restos antropológicos
más antiguos que conocemos hasta la fecha.
A lo largo del Cuaternario, cuyo desarrollo hemos expuesto
brevemente, ha hecho su aparición el hombre, pues ningún
vestigio humano seguro se ha encontrado en época anterior.. Según
algunos autores, en niveles propios del Terciario aparecían
vestigios de esa actividad industrial humana y hasta restos óseos
humanos atribuidos al Terciario han sido a veces presentados en
defensa del hombre terciario. Estos últimos han sido totalmente
rechazados por la ciencia, y los vestigios indirectos se reducen a útiles,
que se creían tallados por la inteligencia humana y fueron
llamados "eolitos", o sea, según su sentido etimológico,
"piedras pertenecientes a la aurora de la Humanidad". Tales
eolitos, defendidos por toda una serie de eolitófilos, han sido
sucesivamente criticados por los arqueólogos y geólogos.(18)
Así, hoy, este problema apasionadamente
discutido, ha sido relegado a segundo término, y sólo a
lo largo de los citados períodos del Cuaternario y de la época
geológica actual se intercalan la serie de culturas cuya
evolución estudia la Prehistoria, a través del utillaje
de piedras talladas o pulimentadas por el hombre.
Divisiones
de los tiempos prehistóricos. - Desde que la
actividad de los prehistoriadores alcanzó las primeras
conclusiones firmes, se dividió la etapa antehistórica
recorrida por el hombre en dos grandes edades : Edad de la Piedra y
Edad de los Metales. A su vez, la Edad de la Piedra, que, como su
nombre indica, es la época en la cual no se conoce aún
la metalurgia, se dividió en dos períodos: el Paleolítico,
o época de la piedra tallada, y el Neolítico, o época
de la piedra pulimentada.
Todavía se han dividido estos dos períodos a base de
las culturas que se fueron desarrollando. Los prehistoriadores clásicos,
a base sobre todo del estudio de los yacimientos europeos,
establecieron con bastante fijeza esta sucesión : Prechelense,
Chelense, Achelense y Musteriense, dentro del Paleolítico
inferior, etapa cuyo desarrollo es muy semejante en Europa, Asia y África.
Por el contrario, la división del Paleolítico superior
va no es de valor tan universal, pues cada continente ha visto
florecer distintas culturas, siendo conocidas con mayor precisión
las desarrolladas en Europa. y que conocemos con los nombres de Auriñaciense,
Solutrense y Magdaleniense. Asia parece ser fué la cuna del
Auriñaciense y África vió florecer, en el norte
al menos, la industria llamada Capsiense, derivada del Auriñaciense,
pero ni ésta ni otras culturas que vivieron en el resto del
continente africano nos ofrecen datos suficientes para establecer
paralelos o sincronismos seguros entre sí y entre las citadas
culturas europeas del Paleolítico superior.(19)
Las
culturas del Paleolítico inferior. - Hasta hace muy
pocos años esta primera etapa de la Prehistoria, de larguísima
duración, se dividía en los citados períodos
Prechelense, Chelense, Achelense y Musteriense.
Hoy la visión de las culturas desarrolladas durante el Paleolítico
inferior, no sólo en lo que se refiere a su clasificación
tipológica, sino también al problema de su edad geológica,
dentro de los períodos glaciares e interglaciares en que se
divide el Cuaternario, ha sufrido una profunda revisión, en
cuyo análisis y proceso no hemos de entrar aqui.
Sólo diremos que, además de surgir un nombre nuevo, el
del Abbevilliense, y desaparecer dos ya consagrados, el del
Prechelense y Chelense, ha constituído un elemento
transformador en la clasificación de las industrias del Paleolítico
inferior, la apreciación de la técnica, de la talla del
sílex. Así se distingue hoy un mundo industrial de
lascas retocadas que se opone al de las piezas obtenidas con, talla
bifacial, técnicas industriales que caracterizan el utillaje de
las toscas y largas culturas que diferenciamos en esta etapa de varios
cientos de miles de años de historia de la humanidad (20)
Así, tras una serie de investigaciones recientes, las
industrias líticas del extenso Paleolítico inferior se
han clasificado como sigue:
La primera industria humana que se ha localizado hasta hoy es el
Abbevilliense, del yacimiento típico de Abbeville, en la
desembocadura del Somme. Esta industria está formada por un
utillaje tosco, de burda talla bifacial a veces, y otras, de simples
lascas retocadas o de guijarros tallados en sus puntas, muy abundantes
sobre todo en los yacimientos litorales atlánticos. En el Somme
aparece en las más antiguas terrazas del río, que son
graveras de solifluxión, contemporáneas del Günziense
en su primer estadio frío y húmedo. Lo mismo aparece en
las terrazas hermanas del Támesis; así como en las
terrazas de 75. m. del Alto Garona. En, Casablanca se sitúa ya
rodado en los niveles marinos sicilienses, siendo, por lo tanto,
anterior a este período marítimo. También lo
hallamos con buena cronología en varias playas de Portugal y en
los alrededores de Madrid, según H. Breuil.
Se comprueba también su desarrollo en Europa durante el
interglaciar Günz-Mindel, asociado a una fauna cálida del
Cuaternario antiguo de Elephas Meridionalis, Rhinoceros
etruscus y Machairodus.
El Abbevilliense fué progresivamente substituido por el
Clactoniense, primera industria de lascas, que se caracteriza por ser
una industria de simples lascas retocadas para reforzar sus cortes o
puntas, pero en la cual no se conoce la talla bifacial de la piedra,
lograda a base de golpes de percusión finos, dados con madera,
propios del Achelense, industria mucho más adelantada, que en
parte ya fué contemporánea, en la segunda parte del
interglaciar Günz-Riss, del Clactoniense II. Otro elemento específico
de las piezas clactonienses es el ángulo obtuso que forma el
plano de percusión con su característico bulbo
cordiforme sin retocar y muy sobresaliente (fig. 3).

El Clactoniense recibe este nombre de la estación arqueológica
de Clacton-on-Sea, no lejos de Londres, donde, igual que en las
terrazas del Somme, aparece en los arrastres de los depósitos
del Mindeliense, un poco antes de la llegada del ambiente frío,
que acarreó y estrió los elementos del depósito
de la terraza de 30 m. Se ha desarrollado a lo largo del interglaciar
Mindel-Riss, con la segunda fauna de aquella región con Elephas
todavía arcaico. Esta industria ofrece una facies denominada
Clactoniense II, en la segunda parte del desarrollo del interglaciar
citado.
La estratigrafía de otros terrenos cuaternarios corrobora lo
expuesto. Así, en el Alto Garona, el Clactoniense se encuentra
en la terraza de 75 m. En la Riviera aparece en la gruta del
Observatorio, después del Abbevilliense. En el valle del Ródano
se sitúa en las arenas fluviales de la terraza de 60 m., también
Mindeliense. Lo mismo se ha localizado en los depósitos del
interglaciar Günz-Mindel de Prusia.
En Marruecos aparecen las grandes lascas clactonienses sobre la playa
abandonada por el mar siciliense, donde algunas de estas piezas han
sido retalladas, de nuevo con técnica abbevilliense, siempre
asociadas a una fauna de Hippopotamus y Rhinoceros.
Toda esta industria clactoniense que vemos va apareciendo en, África
continuó su desarrollo hasta el interglaciar siguiente,
naciendo de ella el Tayaciense y el Levalloisiense.
Un mundo de industrias líticas más perfeccionadas lo
constituye el Achelense, en el cual se conoce la talla del sílex,
con hábiles golpes de percusión dados con instrumentos
de madera o hueso (figs. 4 y 5). Con ellos se
ha
podido lograr las bellísimas y típicas hachas de mano
con talla bifacial de esta industria. El Achelense se va desarrollando
a lo largo del Cuaternario antiguo, distinguiéndose hoy el
Achelense antiguo, medio y superior. A su lado las técnicas más
primitivas y toscas de percusión de piedra contra piedra
subsisten, pero siempre completadas por el nuevo procedimiento que
permite ya obtener verdaderos instrumentos de una manifiesta belleza y
gran eficacia. El Achelense aparece ya en las graveras desgastadas del
periglacial mindeliense, en las que hemos visto se sitúa el
Clactoniense II. Luego reaparece, después de los arrastres
realizados por el período glaciar rissiense, con facetas cada
vez más desarrolladas, distinguiéndose, cronológica
y tipológicamente. siete períodos achelenses, que van
desde el Clactoniense II del interglaciar Günz-Mindel, hasta el último
período interglaciar Riss-Würm, cuando ya el Tayaciense ha
dado paso al Musteriense antiguo y se desarrollan los períodos
III y IV del Levalloisiense, El Micoquiense es el último
estadio evolutivo de esta industria de talla bifacial equivalente al
Achelense VII, y desarrollada con Rhinoceros Merckii en el último
período interglaciar, al lado del Musteriense antiguo, como se
puede ver en Ain, en el jura y en Villefranche-sur-Saone.

Esta evolución v duración de las industrias de talla
bifacial, además de estar garantizada en las playas y terrazas
de Francia e Inglaterra, la corroboran también las formaciones
de las terrazas del Alto Garona, de 55 m. y 60 m., formadas en el
Mindeliense, y en las cuales aparece in situ el Achelense, y rodados
de terrazas superiores algunas piezas abbevillienses. Después,
en los limos superpuestos y en la capa reciente de encima va
apareciendo el Achelense final, con una fuerte pátina de
desgaste eolítico. Por último, encima se halla una
industria llamada Languedociense, asociada a formas musterienses. En
la terraza más baja, de 30 m., las graveras de la base
contienen Achelense, arrastrado de los limos, y el loes de la fase
precedente, en tanto que en el loes reciente que se colocó
sobre ellas aparece intacto el Languedociense.
En la Riviera el Achelense sucede al Clactoniense, después de
períodos más o menos largos.
En Marruecos el Achelense aparece sobre la plava del mar tirreniense
y continúa en las formaciones de dunas y terrenos calizos que
se superpusieron a aquélla. Sobre él aparecen dos
niveles levalloisienses y después se hallan limos rojos
conteniendo Micoquiense y Mustero-Tayaciense grosero. Los yacimientos
de esta cultura en el interior son relativamente abundantes y los reseñamos
brevemente más adelante.
Otra industria de lascas la constituye el Levalloisiense,
caracterizado por amplias lascas sin retoques bifaciales, cuyo más
antiguo nivel nos aparece en los terrenos desgastados por la solifluxión
del Rissiense. Así, el Levalloisiense I comienza a
desarrollarse tras el Clactoniense, en la segunda parte del
interglaciar Mindel-Riss, apareciendo junto al Achelense III en las
terrazas del Somme. Nos ofrece solamente piezas toscas y macizas. Un
Levalloisiense II de lascas más ligeras aparece encima, pero
siempre igual que el Clactoniense; es un conjunto de lascas retocadas,
sin hachas de mano, estando ambos acompañados por Elephas
Primigenius, Rhinoceros Tichorhinus, buey almizclado y
reno, desarrollándose, pues, antes de la desaparición de
las condiciones frías del período glaciar Rissiense, que
formó los niveles de tierras de tejar superpuestas a los altos
fondos de Crayford, en las terrazas del Támesis y dé los
valles del Somme, Aisne y Oise. A continuación las terrazas del
norte de Francia nos dan un Levalloisiense III y IV, con fauna cálida
(Elephas antiquus, de tipo tardío, Rhinoceros
Merckii e Hippopotamus major), caracterizado por el papel,
ya muy importante, que juegan las hojas en el conjunto del utillaje.
Los niveles con puntas bifaciales muy planas, análogas a las de
la Micoque, aparecen allí, como se ve en Montiers.
Con este Levalloisiense IV se cierra un primer ciclo de industrias
levalloisienses. Ninguna de estas facies citadas aparecen en el loes.
Por el contrario, las dos primeras han sido severamente
solifluxionadas por las condiciones glaciares del Riss, y las últimas,
por las del Würm, siendo destruidos por la acción erosiva
de estos fenómenos, los terrenos que las contienen in situ.
En la base del loes reciente, entre los guijarros arrastrados hasta
allí, se abre un segundo ciclo con el Levalloisiense V, que está
fuertemente matizado de influencia achelense. Se caracteriza por sus
tipos de amplias y largas lascas y ligeras y fuertes hojas con el
bulbo de percusión preparado. Son piezas cordiformes y
triangulares, que todavía se distinguen claramente a continuación
del Levalloisiense VI, que descansa sobre la solifluxión del Würmiense
II y se caracteriza por la aplicación de la talla bifacial, por
sus lascas triangulares y por sus numerosas hojas. Una tipología
parecida muestra el Levalloisiense VII, que aparece a continuación
y que se localiza en los arrastres del Würmiense III. En él
las lascas finas y las hojas triangulares de aristas convergentes
predominan, pero con ellas aparecen también puntas y raspadores
parecidos al Musteriense y debidos probablemente a su influencia. En
esta facies los bulbos de las lascas son frecuentemente muy salientes.
Tal desarrollo y cronología del
Levalloisiense se corrobora en varios hallazgos, como el de
Markleeberg, en el Sarre, donde el Levalloisiense III y IV aparece en
los depósitos interglaciares del Mindel-Riss. En Marruecos se
encuentra el Levalloisiense en Casablanca, entre las formaciones subáreas
superpuestas a playas milacienses de 60 m., siendo, por lo tanto, allí
más antiguo que en el Somme, donde aparece asociado al
Achelense III hacia el final del período glaciar Mindeliense.
Todavía se hallan nivelles con lascas levalloisienses en los
depósitos subáreos superpuestos a los niveles achelenses
de la playa de 30 m. de El Hank-Carrière Martín, cerca
de la misma ciudad de Casablanca.
Otra industria derivada, como el Levalloisiense, de la técnica
de tallar la piedra a base de lascas, de las que se obtienen los
toscos instrumentos del utillaje lítico, es el Tayaciense, que
aparece en Dordoña a partir del Achelense III. El Tayaciense se
caracteriza por su pequeño bulbo de percusión y su plano
de ruptura liso, largo y oblicuo. Esta industria se ve cada vez más
influida por la técnica de preparación de los planos de
percusión levalloisienses.
Los instrumentos tayacienses muestran unos retoques en los bordes de
las lascas, que no obedecen a una idea fija, y nos permiten observar
claramente como esta industria evoluciona progresivamente hasta crear
el Musteriense típico.
En la Micoque (Dordoña), yacimiento importantísimo para
todos estos períodos, el Tayaciense se interrumpe por cuatro
niveles periglaciares: Riss 1, Riss II, Prewürm y Würm.
Después de la segunda fase periglaciar, ya se parece mucho a un
Protomusteriense. Después de la cuarta fase, el,Tayaciense es
substituido por el Micoquiense clásico, de piezas de talla
bifacial lanceoladas del último interglaciar.
En Marruecos el Tayaciense aparece en los cortes de
las graveras fluviales, superpuestas a la playa abandonada por el mar
siciliense. Según Neuville y Ruhlmann, esta industria dataría
ya del comienzo del período interglaciar Günz-Mindel y sería
anterior a la playa milaciense y mucho más antiguo que en
Francia. En Portugal ha sido bien localizado el Tayaciense; sus útiles
son pequeños, y el Tayaciense I podría ser contemporáneo
en nuestra Península al Clactoniense. Pero el verdadero
Tayaciense es posterior al Achellense antiguo, según, H.
Breuil, a quien seguimos en nuestra exposición.
Finalmente, el Musteriense es una industria ya conocida desde
antiguo, y dentro de la cual se incluían muchos de los períodos
ahora diferenciados. Se caracteriza por sus lascas de plano de percusión
preparado con un retoque de hábiles golpes, e incluso llega a
mostrar piezas de talla bifacial (Musteriense de tradición
achelense de la terminología antigua). La técnica del
Musteriense varía mucho, siendo diferente la de un nivel de la
del otro, aun dentro del mismo yacimiento, y recoge, por ejemplo, la
tradición tayaciense, en La Quina y la de la técnica
levalloisiense en Le Moustier, que dió nombre a este período.
En otras estaciones, muestra una clara influencia achelense con sus
piezas cordiformes de talla bifacial. En gran parte, las diferencias
de está cultura, ya más desarrollada que las anteriores
y en posesión de varios recursos para tallar la piedra, se
deben al material usado.
El Musteriense típico es interglaciar en Alsacia y en
Alemania, como lo prueba la fauna que le acompaña en el célebre
yacimiento de Ehringsdorf, cerca de Weimar. Luego, durante el Würmiense,
es cuando vemos multiplicarse esta industria con lascas retocadas, con
puntas, raspadores, etc., y así se nos muestra en las regiones
clásicas de Francia. Pero también aquí abundan
los hallazgos, como el de Aurillac, donde Boule recogió in
situ, en un terreno formado en el interglaciar Riss-Würm, un
hacha cordiforme de tradición achelense, pero musteriense, y
del mismo interglaciar aparece Musteriense en el Saona, Ain y jura,
Sobre la Riviera lo hallamos en la cueva de Grimaldi, abandonada por
el mar al retirarse cuando se inicia la última glaciación,
siendo aquí todavía contemporáneo de una fauna cálida
(Elephas antiquus, Rhinoceros Merckii e Hippopotamus
major), pero continuando luego con tina fauna fría, hasta
que le substituye el Paleolítico superior.
En Dordoña se hallan ya formas musterienses después de
la fase periglaciar del Riss II. Pero el verdadero Musteriense de las
cuevas de esta región no aparece sino con una fauna templada, y
lo constituyen piezas cordiformes triangulares, de talla bifacial, a
veces terminadas en hachitas, frecuentes en yacimientos como Isturitz
y en los de la zona cantábrica, así como otros útiles
clásicos de esta industria, sobre todo puntas y raederas.
Luego desaparecen las piezas de talla bifacial, para volver a
reaparecer al final del Musteriense asociadas a los cuchillos o puntas
asimétricas llamadas del Abri Audi, con el borde retocado, y a
numerosas hojas que anuncian el Paleolítico superior.
Con relación al norte de África, aunque más
adelante citaremos los principales yacimientos, queremos señalar
aquí como en estas regiones del África blanca la cultura
musteriense ofrece un singular interés. En Marruecos se
encuentra ya una facies tayaciense-musteriense muy basta en los limos
rojos superpuestos a los depósitos con Levalloisiense. Aparece
también en las formaciones subáreas que se sobreponen a
la playa Grimaldiense.
Así, por una parte parece que el Musteriense africano es más
antiguo que el europeo, pero lo que es casi seguro es que ha perdurado
en algunos lugares de África del Norte mucho tiempo y ha
evolucionado hacia industrias especiales cuya cronología es el
caballo de batalla de todo el Paleolítico superior
norteafricano, aun por resolver por falta de buenos yacimientos con
estratigrafía segura para establecer conclusiones claras. Además,
en el orden geológico, como ya hemos indicado, tampoco es firme
el paralelismo entre los períodos glaciares europeos y los períodos
pluviales de los trópicos.
La distribución general de esta cultura, desarrollada por la
raza de Neanderthal muy primitiva y que conocemos bien gracias a
varios hallazgos europeos y asiáticos, parece indicarnos que el
Mediterráneo en general ha sido en toda su cuenca el principal
teatro de su desarrollo, jugando un importante papel los pueblos
norteafricanos donde esta industria se impuso al final del Paleolítico
inferior que ahora se viene llamando Paleolítico medio.
El Musteriense parece haberse infiltrado hacia el Sáhara,
donde se incrusta con otras culturas, tal vez con restos tardíos
de industrias achelenses y levalloisienses, dando lugar a un gran-
ciclo cultural sahariense de típica base musteriense, el
Ateriense-Esbaikiense, cuya tipología nos es bien conocida por
abundantes yacimientos, pero no así su cronología. En
general puede decirse que este Paleolítico medio africano ha
perdurado más en el interior que en la costa, donde mucho más
pronto fué eliminado el Musteriense y los hombres de
Neanderthal, por la raza y cultura Capsiense, facies africana del Auriñaciense
con la cual se inicia el Paleolítico superior en aquellos
territorios.
Ya hemos indicado que del Musteriense norteafricano ha nacido la
cultura del Ateriense y el Esbaikiense, ambas establecidas y
bautizadas por Reygasse y de características tipológicas
bastante diferentes, aunque ahora muchos investigadores tienden a
considerar ambas denominaciones como facies de una misma industria.(21)
La
primera recibió su nombre del yacimiento de Ued Djebbana en el
Borj de Bir el Ater (provincia de, Constantina). Se caracteriza por
los conjuntos de útiles musterienses más o menos finos,
pero sobre todo por unas típicas puntas talladas sobre unas
lascas anchas y retocadas en su base hasta obtener un pedicelo corto.
Se trata seguramente de puntas para azagayas. También se ve en
esta cultura un desarrollo del retoque del sílex y un
acercamiento a obtener lascas finas, casi hojas, sobre las cuales se
logran bien retocados buriles poliédricos, raspadores
aquillados, raspadores en el extremo de fuertes hojas, hojas de dorso
rebajado y otros útiles con retoques en todos sus bordes. Se ve
un predominio de los buriles sobre las puntas y de los raspadores
sobre las raederas, con lo cual se logra una superación técnica
del Musteriense clásico y un acercamiento a las formas de las
industrias del Paleolítico superior.
El Ateriense aparece muy extendido por el Sáhara, y sólo
aislados hallazgos se sitúan también hacia Egipto y el África
del Sur. Sin embargo, su centro parece ser la zona del Sáhara,
Marruecos y Argelia (figura 6). Bourcart lo situó en Sebjara
Tuila (Gara Merabta) y Reygasse lo localizó en el Tidikelt;
comprobando como el Ateriense del sur del Sáhara es idéntico
al de las zonas del norte. Muy importante es el yacimiento de Karuba,
en los alrededores de Mostaganem, estudiado por Doumergue, (22)
y que fué discutido y visitado por varios especialistas
franceses, llegándose entonces de una manera clara, por primera
vez, a la conclusión de que la industria ateriense del mismo
era más antigua que la de aspecto auriñaciense, o sea
capsiense.
Hoy
los yacimientos aterienses del Sáhara son cada vez más
abundantes. Nosotros mismos hemos situado piezas típicas de
esta cultura en varios lugares de nuestros territorios saharianos y
que son estudiadas en otros lugares (figura 7). Así se puede
decir que esta cultura estuvo allí muy generalizada y
arraigada. Incluso su gran invento, la punta con pedicelo, al parecer
no se pierde y, al infiltrarse por aquellos territorios las industrias
de hojas, esta punta abundara, observándose en el Sáhara
occidental la aparición frecuente de puntas de tipo ateriense
elaboradas sobre hojas de muy difícil cronología, pero
que nos inclinan a admitir su influencia en las puntas pedunculadas y
con aletas que tanto abundan en todo el Paleolítico superior y
Neolítico
sahariense. De la riqueza y variedad tipológica del Ateriense
pueden darnos idea las prospecciones realizadas por el Teniente César
en la región de Tabelbala y que utilizó H. Breuil (figs.
8 a 10). Puntas de pedicelo sobre anchas y finas lascas de unas a
otras retocadas sobre hojas, apareciendo también puntas
finamente retocadas difíciles de separar, tipológicamente,
del Solutrense europeo. También hallamos unas típicas
raederas talladas en estuches de tres radios. Todos estos tipos los
veremos repetirse en yacimientos de nuestro Sáhara como el de
la sebja de Yerifia y otros (fig. 11), precaviéndonos estos
hallazgos aislados, no sólo de las dificultades de clasificación
tipológica, sino también de lo difícil que
resulta establecer conclusiones cerradas sobre la evolución
cultural de tan extensos territorios aun poco explorados y donde nos
faltan en absoluto buenos yacimientos con
estratigrafía
segura, en contraste con la abundancia de estaciones riquísimas
por la tipología de sus materiales, pero que siempre aparecen
al aire libre, no dándonos, por lo tanto, una base firme para
sostener el sucesivo desarrollo de aquellas culturas que la industria
ateriense del mismo era más antigua que la de aspecto auriñaciense,
o sea capsiense. Hoy los yacimientos aterienses del Sáhara son
cada vez más abundantes. Nosotros mismos hemos situado piezas típicas
de esta cultura en varios lugares de nuestros territorios saharianos y
que son estudiadas en otros lugares (figura 7). Así se puede
decir que esta cultura estuvo allí muy generalizada y
arraigada. Incluso su gran invento, la punta con pedicelo, al parecer
no se pierde y, al infiltrarse por aquellos territorios las industrias
de hojas, esta punta abundara, observándose en el Sáhara
occidental la aparición frecuente de puntas de tipo ateriense
elaboradas sobre hojas de muy difícil cronología, pero
que nos inclinan a admitir su influencia en las puntas pedunculadas y
con aletas que tanto abundan en todo el Paleolítico superior y
Neolítico sahariense. De la riqueza y variedad tipológica
del Ateriense pueden darnos idea las prospecciones realizadas por el
Teniente César en la región de Tabelbala y que utilizó
H. Breuil (figs. 8 a 10). Puntas de pedicelo sobre anchas y finas
lascas de unas a otras retocadas sobre hojas, apareciendo también
puntas finamente retocadas difíciles de separar, tipológicamente,
del Solutrense europeo. También hallamos unas típicas
raederas talladas en estuches de tres radios. Todos estos tipos los
veremos repetirse en yacimientos de nuestro Sáhara como el de
la sebja de Yerifia y otros (fig. 11), precaviéndonos estos
hallazgos aislados, no sólo de las dificultades de clasificación
tipológica, sino también de lo difícil que
resulta establecer conclusiones cerradas sobre la evolución
cultural de tan extensos territorios aun poco explorados y donde nos
faltan en absoluto buenos yacimientos con estratigrafía segura,
en contraste con la abundancia de estaciones riquísimas por la
tipología de sus materiales, pero que siempre aparecen al aire
libre, no dándonos, por lo tanto, una base firme para sostener
el sucesivo desarrollo de aquellas culturas.
Muy cercano al Ateriense, y como en contacto con él,
se sitúa en el Sáhara, con relativa frecuencia, otra
industria también muy abundante llamada Esbaikiense. El
Esbaikiense recibe su nombre del Borj de Sbaikia,
en
la región del sur de Constantina, en Argelia, y se caracteriza
por la perfecta talla bifacial que ofrecen las típicas puntas
semejantes a pequeñas hachas achelenses de 7 a 8 cm. A veces
miden solamente 4 cm, y siempre están talladas sobre lascas de
sílex con habilidad y perfección suma. Son de forma oval
alargada y puntiaguda en ambos extremos hasta recordarnos el
Solutrense europeo, con cuyas piezas de tamaño mayor coinciden
exactamente. Estas bellas piezas bifaciales debieron ser puntas de
lanza o de flecha las mis pequeñas, siendo notable su perfección
(fig. 9).
Reygasse clasificó al principio esta industria como un "Solutrense"
arcaico, cercano al Paleolítico inferior. Otros pensaron en un
Achelense evolucionado. La continuidad de la talla bifacial es
indudable. Ambos juicios hoy los creemos, no disparatados, sino lógicos,
sobre todo cuando "in situ", en la serie cada vez más
numerosa de yacimientos del Sáhara, vemos esa permanencia de la
talla bifacial desde el círculo cultural del hacha de mano
achelense hasta las puntas finísimas del Neolítico
sahariense. Como si fueran un solo ciclo evolutivo: Achelense,
Esbaikiense, Neolítico, se enlazan técnicamente, y tal
vez un día en el Sáhara hallemos una posible
continuidad, pudiéndose pensar, cada vez con mayor razón,
que el Esbaikiense y el Solutrense europeo sean un mismo ciclo
cultural, aunque Pallary y casi todos los prehistoriadores sostienen
que nada tienen que ver ambas culturas. (23)
El Esbaikiense se sitúa por todo el norte de
África, desde Egipto hasta el Sáhara, habiéndose
señalado en las industrias esbaikio-solutroides, además
de casi todas las regiones del África del Norte, en el oasis de
Kharga, en Bambata y Still-Bay ya en África del Sur, etc.
Si parece lógico pensar que de un Musteriense perfeccionado
haya salido el Ateriense, v de un Achelense evolucionado el
Esbaikiense, no es hoy posible fechar cuándo estas culturas se
han formado y cuándo han desaparecido.

También es preciso tener en cuenta la tendencia a unir ambas
culturas. Parece lo más probable que las culturas Ateriense y
Esbaikiense sean facies musterienses del norte de África que
hayan perdurado largo tiempo, cuando ya los pueblos capsienses
introductores de la industria lítica de hojas florecían
en las regiones costeras del Tell, al norte del Sáhara y el sur
tunecino, y tal vez en Egipto, donde el Sebiliense sería una de
sus facies, como veremos al estudiar a continuación la cultura
con industria de hojas venida del este que llamamos en África
con el término general de Capsiense.
Es posible que la evolución y sucesión de Esbaikiense y
Ateriense, aunque no sean una misma cultura como hoy se inclinan a
admitir varios especialistas, sí hayan sido sincrónicas
en todo el norte de África y que hacia el occidente del Sáhara
y sur de Marruecos estas industrias de origen musteroachelense
perdurarán más tiempo.
Todavía se ha añadido en el Paleolítico inferior
europeo otro mundo industrial que H. Breuil señaló
abundantemente en el sur de Francia y que él ha denominado
Languedociense, aun no señalado en África del Norte.
Es una industria de simples guijarros tallados en su superficie con hábiles
golpes, a veces por las dos caras, como las hachas achelenses. Se
halla esta industria en las terrazas de 55-60 m. mindelienses y en las
de 30 y 15 m. del Alto Garona in situ en el loes reciente, o
ligeramente rodada, en la terraza de 15 m. procedente de las terrazas
superiores más antiguas, ofreciéndonos entonces unos
golpes para una mejor adaptación a la mano, como la industria
que aparece en las márgenes del Mira en Portugal, y que se ha
denominado Miriense.
Esta industria se continúa, al menos en España, durante
el Paleolítico superior, hasta el Asturiense del período
Mesolítico, siendo enormemente abundante en las playas
portuguesas cuaternarias.
En África todavía no ha sido situada, pero no sería
extraño que un día se encuentren hallazgos de esta
industria.
Con los nuevos estudios y clasificaciones, ahora elaborados por los
geólogos y, prehistoriadores, se ha roto el cuadro simple y
sencillo que hasta hoy teníamos sobre, el Paleolítico
inferior. Muchos problemas que aquél planteaba, sobre todo a
los geólogos, se han resuelto ahora, pero a su vez las
condiciones de clima y propiedades de la materia prima, con la que se
obtienen aquellos utensilios de piedra los cuales guían a los
arqueólogos, han complicado la clasificación de los
materiales y han abierto discusión sobre relaciones de unas
industrias con otras y sobre supervivencias y otras cuestiones nuevas,
como las que se van resolviendo acerca de los procedimientos de la técnica
de tallar la piedra.
Breuil hace notar a estos efectos la coincidencia de las industrias
de lascas con la aparición de los climas fríos.
Parece ser que los movimientos de la fauna ártica coinciden
con las gentes que elaboran esta industria de lascas.
Se supone que los glaciares del norte y del noroeste obligaban a las
tribus y a los animales de estas regiones a buscar su vida hacia el
sur. Allí desarrollaban sus industrias de lascas cuando las
gentes de la cultura del hacha de mano de talla bifacial que vivían
a costa de los animales de clima tropical y acostumbrados a un
ambiente cálido, se retiraban hacia el sur.
Después, durante los períodos interglaciares, se producía
el movimiento inverso, pero siempre con una extraordinaria lentitud y
seguros entrecruzamientos entre los que avanzaban y los rezagados, que
no se retiraban sino lentamente, empujados por la paulatina evolución
del ambiente.
Además, la experiencia técnica de la talla del sílex
nos dice por qué el Clactoniense I y el Levalloisiense I y
parte del II y V y los Musterienses en general, sólo han
empleado la industria de lascas, tallando el sílex por percusión
de piedra contra piedra, ya que pertenecen a etapas frías
glaciares y sabemos hoy, por las experiencias de Coutil, Breuil y Reid
Moir y otros, que la talla bifacial a base de golpes diestros con
mazos de madera no es posible cuando el sílex está
helado. Así, el Clactoniense II, el antiguo Chelense y
Achelense y los Levalloisienses III, IV y VII ofrecen esta práctica
de la técnica de tallar el sílex con la madera, pues se
desarrollaron en períodos cálidos interglaciares.
Mejor que cualquier otra explicación el adjunto cuadro de la página
37, dará una idea completa al lector de la evolución
cultural del Paleolítico inferior y la situación de cada
cultura arqueológica en relación con las etapas geológicas
correspondientes, así cómo la fauna que las acompaña
y la época de los más antiguos restos humanos hallados
todos en Europa, pues fuera de nuestro continente no han aparecido fósiles
del hombre anteriores a la raza de Neanderthal, si exceptuamos los "antropos".
Pithecanthropus Erectus (Java), Sinanthropus Pequinensis (China),
Africanthropus Njassensis (Lago Nyasa, África Oriental); seres
de aspecto humano, pero aun no propiamente hombres, aunque sí
parece fueron capaces de desarrollar una industria, al menos
comprobada para el Sinanthropus y también el Pithecanthropus.
Pero sobre este problema no hemos de insistir en nuestro breve resumen
que sólo aspira a ser una introducción útil para
el estudio de la Prehistoria norteafricana. (24)
Cuadro
de repartición de las indústrias paleolíticas del
cuternario en Europa occidental
El
Paleolítico inferior en África del Norte. -
Durante toda la enorme etapa cronológica que representa en la
Historia humana el desarrollo del Paleolítico inferior, las
diferencias entre África. Europa y aun Asia anterior no son muy
grandes, pudiéndose poblar al menos hasta el Musteriense de una
misma línea unitaria de desarrollo. Hasta hoy son los hallazgos
europeos los más abundantes y mejor sistematizados. A base de
ellos se ha podido realizar la clasificación de esas series
cada vez más numerosas de útiles de piedra tallada que
las investigaciones prehistóricas en todos los continentes van
proporcionando cada día más abundantemente. En cuanto al
África del Norte, se van situando cada año nuevas
estaciones prehistóricas, pertenecientes a los dos grandes
mundos industriales que vivieron en aquellas largas edades: el ciclo
industrial de lascas talladas y el de los útiles de talla
bifacial. Naturalmente, los hallazgos africanos no ofrecen hasta hoy
la abundancia necesaria para poder mostrarnos una construcción
tan sistemática como la que ofrecen los vestigios de estas
industrias en Europa. Se está aún en período de
recolección de útiles y de situar estaciones, pero ya es
mucho lo avanzado en estos últimos años. La mayoría
de los hallazgos se agrupan en las zonas del Oranesado, Argelia, Túnez
y Egipto. Últimamente Marruecos va siendo rápida y
concienzudamente estudiado. Quedan las zonas desérticas como
las menos conocidas, y sólo hallazgos casuales, producto de
prospecciones superficiales, nos guían por regla general en el
conocimiento del Paleolítico inferior de aquellas extensas
regiones. Brevemente resumiremos los hallazgos hasta hoy situados
pertenecientes a las culturas descritas del Paleolítico
inferior del norte de África, citando separadamente los del
Valle del Nilo, los de Túnez y Argelia, los de Marruecos y,
finalmente, aquellos hallados en el Sáhara y África
occidental, que son los que más directamente se enlazan con las
estaciones de nuestros territorios.(25)
Valle
del Nilo. - Uno de los grandes valles cuaternarios del norte
de África es el que ha abierto el río Nilo. Desde muy
antiguo se hallaron en Egipto piezas,talladas de sílex de gran
perfección, pero siempre se intentó relacionar con la
gran civilización antigua de Egipto los restos líticos
de todas las culturas prehistóricas anteriores.
Hoy poseemos ya diversos trabajos sobre el Paleolítico de
aquella región, debidos sobre todo a Vignard, Bovier-Lapierre,
Schweinfurth, Sandford y otros.
Gracias a estas investigaciones, las terrazas del Nilo han sido objeto
de diversos ensayos. Chantre y Schweinfurth distinguían dos, en
los alrededores de Tebas: la de 60-65 m. y la de 10-15. El segundo
clasificaba a la primera, que le había proporcionado (además
de eolitos) una industria de lascas emparentadas con el Clactoniense,
como un depósito lacustre con Unio Sweinfurthi (extinguida) y
con Aeteria Caillaudi, y la segunda, la consideró como depósitos
de tierra con Melanopsis aegyptyaca.
Vignard pudo observar en la elevada meseta de Nag-Hamadi (Alto Nilo)
talleres achelenses donde todo había quedado in situ, y donde
pudo constatar que las piezas tenían su plano de percusión
sin haber sido preparado, mientras en el yacimiento un poco alejado,
de tradición levalloisiense, de Abd-El-Nur, las piezas de talla
bifacial achelenses son unas veces ovales, otras lanceoladas y, más
raramente, en forma de puñal-es foliáceos o de "picos",
lo que había sido también observado por Schweinfurth al
noroeste de Tebas.
C. G. Seligman estudió también los depósitos de
este distrito y observó las mismas formas.
Sandford ha tratado de definir, desde hace varios años, la
posición de las industrias en relación con las terrazas
del Nilo. Hasta el momento no ha encontrado más que piezas de
superficie, y no rodadas, sobre la terraza de 100 pies. En ésta,
el Abbevilliense (Chelense) y el Clactoniense se encuentran aislados
en estado rodado, siendo este último menos abundante y
apareciendo menos erosionado. En la de 50 pies, el Achelense está
rodado a su vez, mientras aparecía en la terraza anterior
completamente en la superficie. La terraza de 25 pies también
contiene Achelense, apareciendo el Levalloisiense en su superficie. A
su vez esta industria levalloisiense se encuentra rodada en la terraza
de 10 pies.
Un yacimiento de gran interés es el de los areneros de El
Abbassieh, cerca de El Cairo (orilla derecha del Nilo). Aparece en una
formación de arrastre de 20 M. de espesor, donde el Padre
Bovier-Lapierre no encontró nada en los io m. más
profundos. A media altura aparecieron grandes lascas retalladas con
retoques diversos y no acompañadas de piezas bifaciales. Éstas
se sitúan encima del estrato anterior talladas en sílex
y en gres; las unas, hechas de un guijarro tallado someramente, de
aristas en zigzag y punta piramidal; las otras, en forma de triedros
con punta aguda.
Entre los 5 y 3 m. aparecen las piezas bifaciales clásicas de
forma de almendra asociadas a hojas triangulares; tienen aún
los bordes en zigzag. Finalmente, entre los 3 y 1 m. hallamos el
Achelense superior muy fino. En la superficie, superpuesto a unos
niveles con piezas bifaciales más antiguos, se halló un
taller levalloisiense de carácter evolucionado, con núcleos
de arranque triangular, lascas correspondientes y hojas con plano de
percusión preparado por pequeños retoques sobre el núcleo;
hay también raspadores, perforadores y hojas con muescas.
En el Gebel, también se han encontrado,
aunque mezclados con tipos bifaciales, cordiformes evolucionados muy
finos, lascas con plano de percusión, unas veces preparado y
otras no, y núcleos discoidales gruesos subcirculares. Un fenómeno
parecido ofrece el yacimiento de Abd-El-Nur, cerca de Nag-Hamadi,
donde Vignard demostró la independencia en estas estaciones, de
la industria de carácter levalloisiense y de los yacimientos
achelenses, e hizo de ello una excelente descripción.
Seligman ha publicado un magnífico trabajo sobre la misma
industria de los alrededores de Tebas; estudia, en él los núcleos
redondeados o subcirculares, algunas veces en forma de media luna
(tipo especial de Egipto), el utillaje de las hojas y lascas
triangulares de aristas convergentes, algunas veces apuntadas, con
muescas laterales o terminadas en raspadores; señala en él,
excepcionalmente, una especie de raspador carenado, un ensayo de
buriles y algunas puntas pedunculadas de tipo ateriense. La posición
de esta industria ha sido estudiada en sus relaciones con las terrazas
del Alto Egipto por K. S. Sandford, que la ha encontrado en la
superficie de la terraza de 25-30 pies.
Esta industria egipcia se puede - según H. Breuil - relacionar
más con el Levalloisiense medio de Europa, que con el verdadero
Musteriense.
En la región del desierto de Libia occidental, alrededor del
oasis de Siva, el capitán Cunnington recogió, entre otro
utillaje, puntas pedunculadas y de hojas de laurel que Breuil cree se
trata aún del Ateriense o de su influencia.
En Beraeis (noroeste de Kordofan), Seligman recogió una
industria con discos de pequeño tamaño y lascas poco
retocadas, que tienen también un aspecto musteríense análogo
a los que encontraremos de nuevo en las fuentes del Zambeza, pues
estas industrias levalloisienses parecen relacionarse con otros
yacimientos del este y sur de África.
Túnez,
Argelia y Marruecos. - Desde Egipto ya no vuelven a situarse
nuevos yacimientos del Paleolítico inferior hasta. Túnez.
Cerca de Gafsa, Collignon (1886) y más tarde Boudy (1906)
observaron aluviones antiguos con superposición de industrias
achelenses y musterienses bien estudiadas recientemente por Vaufrey
(1932). Los útiles achelenses finos aparecen cubiertos por los
sílex musterienses de tradición levalloisiense. Hechos
análogos han sido observados por Gobert en Tamerza-Gafsa (Dj.
Redeyef).
De esta misma región es el yacimiento de Sidi Mansur (2 Km. de
Gafsa), situado en las márgenes del Bayech, donde Boudy halló
un corte de 15 m., con cuatro niveles con industrias superpuestas: 1º,
almendrillas con Musteriense antiguo (o Levallois?); 2º lechos
cenicientos con Musteriense típico (sin hachas); 3º capa
de loes que tiene en su base Musteriense con puntas pedunculadas,
hojas y raspadores; 4º, sobre este último se extienden
niveles con industrias del Paleolítico superior.
En la región sur de la provincia de Constantina, Latapie y
Reygasse descubrieron en los areneros cuaternarios de Clairfontaine
(60 Km. al norte de Tebesa), utensilios chelenses muy toscos y del
Achelense, mientras que en El Ma-el-Abiod (28 Km. al sur de Tebesa)
encontraron una admirable estación con hachas lanceoladas muy
bellas y muy finas del Achelense superior, junto con lascas y puntas
de técnica no musteriense.
En la base del antiguo estanque de Djebel Ouach (Constantina),
mezclados con guijarros, se encuentran útiles toscos de
cuarcita (Debruge), y encima aparece una formación de
travertino, en cuya base abunda el Musteriense.
También está bien representado el Achelense en varias
estaciones hacia Argelia y el Oranesado.
De gran interés es el estudio realizado por Gentil de las
arenas del lago Karar, cerca de Montagnac (Orán). La industria
que allí aparece ofrece hachas de talla bifacial lanceoladas y
también otras de ancho filo o corte. Breuil cree que se trata
de un Achelense evolucionado. Sobre todo es de gran interés la
fauna abundante recogida y estudiada por Boule. Aparece el Elephas
atlanticus (próximo al Meridionalis), Rhinoceros mauritanicus
(próximo al sinues actual), el hipopótamo, una gran
cebra, el Bubalus antiquus, etc.
El yacimiento de Ternifine (Orán) nos muestra una industria
aun más arcaica, de talla bifacial, pero con la misma fauna del
lago Karar.
Los areneros de Uzidan, cerca de Tlemecen (Orán), ofrecen también
hachas almendraloides de talla bifacial, de gres duro y caliza, según
hallazgos de Dournergue, Bleicher y Pallary.
Este último arqueólogo ha situado esta misma industria
y fauna cálida en Palikao (Orán) (fig. 34). En
Ammi-Mussa (Orán), Estaunié constató la
existencia de lascas Levallois en caliza, algunas veces asociadas a
piezas de talla bifacial, en la terraza que domina el uad Riú;
el Musteriense de puntas pedunculadas (Ateriense), también se
encuentra aquí, pero superpuesta a la terraza de 30 m.
Esta cultura, Musteriense ofrece varias estaciones en todo el norte de
África, con notable tipología evolucionada, según
hicimos constar, dando lugar a los ciclos culturales del Ateriense y
del Esbaikiense.
En Um-et-Tine, Reygasse ha estudiado una estación
musteriense superior con puntas pedunculadas, numerosos raspadores,
raederas y núcleos discoidales muy numerosos, sin mezclarse a
una estación paleolítica superior muy próxima.
En la orilla del Djebbana, en Bir-el-Ater (Constantina), Reygasse
encontró por primera vez esta variedad norteafricana del
Musteriense con puntas pedunculadas. Aparecía situado en unos
hogares subyacentes a 7 m. debajo de los depósitos que
sostienen un basurero del Paleolítico superior. De esta estación
denominó a. esta civilización musteriense evolucionada:
Ateriense.
Debruge, Pond y Colly han constatado también la misma sucesión
en Aín-el-Muliaád y El Ubira (3,5 Km. de Tebesa,
Constantina).
Un Musteriense de puntas normales sin pedúnculo, raederas y
raras hachas bifaciales cordiformes ha sido observado en Fedj-el-Botna
(70 Km. al sur de Tebesa), por Reygasse. Este mismo arqueólogo
observó en las estaciones de Aín-el-Mansurah y 'de
Chebka-el-Djediane (Constantina) la tímida aparición del
pedúnculo.
El Musteriense de Constantina se encuentra también en cuevas,
como lo demostró Debruge. Este halló, en efecto, puntas
pedunculadas en la base del relleno de las cuevas del Muflón y
de los Osos (Constantina).
Lo mismo ocurre en yacimientos costeros como la cueva de Alí-Bacha
(Bujía), donde aparece una industria musteríense más
arcaica, subyacente a un Paleolítico superior, y, asociada a
una fauna abundante, con Bubalus antiquus, grandes bueyes, antílopes,
un rinoceronte, la gran cebra del lago Karar, etc.
Las cuevas de la provincia de Orán han proporcionado hechos análogos:
Pallary, en la de los Trogloditas (Orán), descubrió,
bajo el Paleolítico superior, una brecha con grandes lascas,
algunas veces talladas en forma de puntas largas o raederas
circulares, acompañadas de huesos de rinoceronte y de grandes bóvidos;
se trata quizá de Levalloisiense.
A. Barbin, en el abrigo de La Muillah, cerca de Marnia, encontró
una capa con Musteriense en cuarcita, debajo de un nivel con Paleolítico
superior.
En la cueva de Aín-el-Turk (playa de Orán), Pallary pudo
observar que la cueva estuvo en un tiempo sobre el nivel del mar, y fué
entonces habitada por Musterienses que tallaban cuarcitas; después
el mar penetró en la cueva y depositó conchas y
guijarros, mientras los litodermos roían las paredes; después,
habiéndose retirado el mar se formó un piso estalagmítico.
Pallary y Doumergue recogieron en Karuba (Sidi Medjub, a 4 Km. de
Mostaganem) cuarcitas talladas musterienses o levalloisienses,
mezcladas con los elementos de la, playa de 16-17 M. con Strombus. Allí
hay unas dunas transformadas en gres con Helix, que presentan en su
base un Musteriense tosco, contemporáneo de las cuevas
litorales con Elephas atlánticus, hipopótamo y piedras,
talladas, y por encima aparece -un gres amarillo, de origen eólico,
de donde procede una punta con pedicelo; esta última industria
se encuentra de nuevo en cuarcita, superpuesta a la playa -de 40 m.,
en el Molino de Karuba, Doumergue encontró, asociada a ella,
una punta foliácea de aspecto solutrense tosco, hecho
excepcional en esta comarca, pero que encontraremos normal en otras
partes. La industria allí encontrada en la superficie del gres
con Helix, separada de la playa de 40 m. por un estrato de
guijarrillos, es notablemente más moderna que la de la playa de
17 m. Dos dunas más recientes cubren aún esta importante
estación.
En Marruecos han sido encontrados esporádicamente útiles
de aspecto achelense, algunas veces en estratos de guijarrillos duros,
como por ejemplo, en Salsafat (Bourrilly), en Diabet de Mogador
(Pallary), Guersif (Campardou) y en otras partes con tierra o arena
roja, como en El Onck y Rabat (Pallary) o en la base de las gruesas
dunas consolidadas de Casablanca, utilizadas como piedra de talla, y
cuya superficie lleva Paleolítico superior.
Ciertas localidades de Marruecos, como Bab Merzuka, han proporcionado
las hachas en forma de azuelas con filos anchos, ya señalados
en otros lugares.
También merece citarse entre los yacimientos achelenses de
Marruecos, el de la fuente de Tit Mellil (16 Km. de Casablanca), por
haber dado la misma fauna que el lago Karar.
Una industria de grandes núcleos discoidales, lascas y
frecuentemente pequeñas hachas bifaciales cordiformes,
probablemente levalloisiense, parece abundar en Marruecos, por la
vertiente mediterránea, como ya señaló Siret en
las terrazas del valle del Muluya, en la región de Mogador y de
Casablanca. Pallary señaló esta misma industria en
Diabet y otros lugares, y Bourrilly en Salsafat (Marruecos oriental).
Existe también una facies musteriense en la cual aparecen muy
pocas puntas pedunculadas o faltan en absoluto, como vemos en los
acantilados de Larache, en Settat (Casablanca), Chichaua (Mogador).
Esta misma cultura la reconoció también Campardou en la
cueva de Kifan (Taza), subyacente al Paleolítico superior y
descansando sobre una capa de madriguera de león, con oso,
rinoceronte, etc.
A un Musteriense evolucionado, aunque no muy rico, pertenece el
hallazgo de Beni-Gorfet, uno de los pocos yacimientos paleolíticos
señalados en nuestra zona de Marruecos.(26)
El Musteriense de puntas pedunculadas, o Ateriense
de Reygasse, está muy extendido a lo largo de la costa, lo
encontramos desde Udija a Salsafat, Rabat y Mogador; Petit lo recogió
en Kudiat-el-Hamra (Saf Cheria), en Marruecos oriental.
Un yacimiento típico de esta cultura está representado
por la cueva de El Khenzira, región de Mazagán, con
capas de gran interés estratigráfico.
Aunque es un yacimiento al que nos hemos de referir más
adelante al tratar de la cronología del Capsiense (véase
pág. 57, fig. 21), por su interés para establecer
conclusiones sobre el Ateriense, nos detendremos brevemente en los
resultados obtenidos por su excavador Ruhlmann. Se trata de un gran
abrigo rocoso aprovechado por el hombre como lugar de refugio en
distintas épocas y cuya excavación proporcionó
tres claros niveles. El primero de ellos corresponde a un claro
Musteriense medio de fuerte tradición levalloisiense y
abundancia de puntas pedunculadas aterienses. El segundo es
Musteriense típico. El tercero ofrece un material iberomauritánico
antiguo, industria de hojas del cielo capsiense, de la cual ya
hablaremos al tratar del Paleolítico superior norteafricano.
Así el corte de esta cueva, en cuanto al Musteriense marroquí,
nos asegura dos etapas de esta cultura: una media y otra superior. Son
capitales las conclusiones de Ruhlmann, a base de este yacimiento, en
lo que se refiere al origen y cronología del Ateriense. Según
este autor, se demuestra que la punta llamada ateriense es de la época
del Paleolítico medio, se mezcla, como lo prueba El Khenzira,
con un utillaje del Musteriense medio y es probable que los prototipos
originales de esta punta procedan de épocas más
antiguas.(27)
Sáhara, Mauritania y Senegal. - En muchos lugares del
Sáhara, desde sus límites norte hasta los confines de
las sabanas con vegetación de Nigeria o del Senegal, siempre en
parajes próximos a las depresiones lacustres, se han observado
allí donde existe la primera materia, sílex, gres,
cuarcita o lidianita (Iguidi), grandes yacimientos del Paleolítico
inferior, sobre todo Achelense y de épocas posteriores; las
piedras talladas se encuentran intactas bajo la protección de
la arena; en cambio, en las plataformas rocosas están
terriblemente desfiguradas por la corrosión del viento.
De una estación a la otra los tipos no son uniformes; pueden
señalarse facies de diversas épocas. Ciertas piezas más
toscas están también más patinadas; podemos
sospechar se trata de un Achelense, seguido de lascas menos patinadas
y mejor talladas, después de tipos lanceolados, finos,
asociados a numerosas azuelas, mucho más raros en Argelia,
Marruecos y hacia el este, y a lascas levalloisienses diversamente
retocadas, frecuentemente en bifaces ovoides o cordiformes. El
utillaje es voluminoso donde hay cuarcita; en Iguidi, donde la
lidianita le substituye, es más pequeño, y aquí
los, tipos cordiformes, evidentemente bastante tardíos, se
multiplican.
Se puede asegurar, a base de los yacimientos estudiados, que durante
el Paleolítico inferior el Sáhara estuvo habitado sobre
todo por gentes que nos dejaron buenos conjuntos achelenses
caracterizados por finas hachas de mano de talla bifacial.
Las piezas, aunque desfiguradas por la erosión, nos permiten
establecer diferencias entre unos yacimientos y otros, sin que ello
nos ilustre sobre la época y desarrollo en aquella extensa región
de esta cultura que ha dejado notables hallazgos recogidos por el
Teniente César y el Coronel Roulet y el ayudante Fretay del ejército
francés, a lo largo de la pista de Beni Abbes a Taodeni y de
Taodeni a Tumbuctu. Iguidi, la depresión de Tabelbala (Sur de
Oranesado), y los yacimientos de El Arauan, de Fum el Alba, de Unan,
en el Sudán, forman la cadena de estos descubrimientos.
Hacia la Mauritania sahariense se señala el yacimiento
Achelense de Um Muchyat (Makteir), debido al Capitán Augieras y
el de Agamami (Azauad), en. el alto Senegal, señalado por Capitán,
donde la materia, prima utilizada es el basalto compacto. Y aun cabe añadir
los de Sari (Bundu, en el Senegal Central) y de Kayes (Guioimaka), en
la ribera derecha del Senegal.
H. J. Braunholtz ha publicado unos útiles de talla bifacial
procedente de Nigeria, muv voluminosos, de pórfido cuarcítico,
hallados cerca de las minas de estaño, en los areñeros
fluviales subyacentes a los ríos actuales de los alrededores de
jos, meseta de Banchi: se trata ciertamente de vestigios, depositados
de nuevo, del Paleolítico antiguo, quizá Achelense
antiguo, mezclados en los aluviones con Paleolítico más
tardío, con lascas levalloisienses en forma de hojas, puntas y
raederas.
Mientras las piezas de talla bifacial del Achelense antiguo al
Achelense final abundan en el Sáhara, por ser fácilmente
distinguidas hasta por los prospectores menos experimentados, las
industrias de lascas clactonienses, levalloisienses y derivadas sólo
muy rara vez han sido localizadas, sobre todo en los períodos
anteriores al Musteriense.
Petit ha señalado en pleno Sáhara, en las formidables
estaciones de El Azrir 57 Tachenghit, junto con numerosas piezas de
talla bifacial lanceoladas y sobre todo cordiformes y muchas hachas y
azuelas de ancho filo, una industria con grandes lascas
levalloisienses muy típicas: más no recogió los núcleos
que debían acompañarlas. Breuil dice no haber encontrado
esta industria ni en Argelia ni en Marruecos, ni tampoco está
señalada más hacia el este, pero se encuentran piezas
muy análogas en África del Sur, y las hay también
semejantes en la India y, de época musteriense evolucionada, en
la provincia de Santander.
César encontró también en la cueva de Chenachan,
en Eglab (Iguidi), un pequeño Musteriense tallado en roca
negra, sin piezas de talla bifacial ni puntas pedunculadas.
Hacia el Sáhara argelino, el abrigo de Hadjar Mabissut
(Ain-Sefra) había ya proporcionado a Flamand una industria con
anchas lascas retocadas, sin puntas pedunculadas, relacionándose
sin duda con Levalloisiense o con Musteriense antiguo. Pero lo que
domina en todo el Sáhara es el Musteriense de puntas
pedunculadas, o sea la industria llamada Ateriense por Reygasse. Se
encuentran estaciones en toda la extensión de este vasto
desierto, de norte a sur y del Atlántico hacia la Tripolitania.
Más allá no existen más que casos aislados en
Egipto y aún, muy excepcionalmente, en África del Sur.
En Argelia-Túnez-Marruecos, esta civilización
musteriense evolucionada produce tipos análogos a los del
Paleolítico superior, como hojas frecuentemente apuntadas,
raspadores diversos, pero en el Sáhara encontramos, además,
tipos más especializados, como raros buriles, hasta sobre
lascas con espiga, y también raspadores y abundantes hojas de
laurel solutrenses. Parece que sea ésta la continuación
de la civilización ateriense de más al norte, que habría
perdurado y evolucionando en esta región durante el desarrollo
del Paleolítico superior europeo, al menos en parte.
Otra forma especial abundante aquí son unas piezas con una
doble o más frecuentemente triple muesca profunda, grande o
pequeña, en forma más o menos de Y (figuras 10 y 11).
El Teniente Barthélemy recogió esta industria ateriense
en Zafrani (Igli,); Gautier, Saint-Martin, Reygasse y Flamand lo
hicieron en el Tidikelt, en Tassili, etc.; Foureau, en el Erg Issauan,
y el gran Erg. César encontró esta industria en cantidad
desde Tabelbala a Taodeni; en el Iguidi, a partir de Khettarn, la roca
negra substituye a la cuarcita o al sílex. Más allá
de Taodeni, hacia el Níger, las piezas pedunculadas son menos
abundantes, pero siempre asociadas a magníficas puntas de hojas
de laurel, alrededor de Unan y El Arauan (Coronel Roulet). Esto hace
descender a esta civilización basta el 18 paralelo, y también
aparece en la depresión del Rhir, en Gara Krima (Mya). J.
Bourcart pudo observar perfectamente que, mientras las flechas neolíticas
yacían en la superficie. de una corteza que recubría
todos los terrenos antiguos, bajo ésta se encontraba la
civilización ateriense y otras anteriores.
Hacia el África occidental, entre otras estaciones podernos
citar el Ateriense de puntas musterienses y pedunculadas, en Uassadan
(Auker, Mauritania interior), hallado por F. Saucin.
Laforgue cita unas raederas muy patinadas de Sari (Bundu, Senegal
central), con pequeños bifaces. R. Furon encontró en
Kaarta,, en Baulé (Alto Senegal Sudanés), además
de un bifaz cordiforme, una industria de lascas sacadas de núcleos
discoidales, con plano de percusión preparado y hojas, yaciendo
en el barro amarillo que cubre los areneros de una terraza de 20 m. La
analogía con series sudafricanas es sorprendente; algunas
piezas menos patinadas recuerdan el Paleolítico superior.
Con todas reservas citamos, siempre siguiendo a H. Breuil, el taller
con lascas y hojas toscas muy patinadas, Dublicado por Hamy, según
el material recogido por el doctor Maclaud en la confluencia de Río
Grande v de Féfini (Guinea portuguesa), y los raros útiles
de cuarcita de Bosan Cheche (North Ashanti) y de Accra (en la costa),
señalados por F. Migeod.
El Paleolítico inferior no estaba representado por hallazgo
alguno en nuestros territorios del Sáhara; nosotros damos a
conocer algunos yacimientos, pero con utillaje poco abundante en la
segunda parte de este libro (figs. 5 y 12). Es de esperar que, tras
los estudios geológicos del Cuaternario iniciados por Vidal, y
que hemos reseñado en otro lugar, vayan situándose
buenos y abundantes yacimientos de estas primitivas industrias
humanas.
Un especial interés para realizar futuras búsquedas
ofrecen las desembocaduras de los ríos, y sobre todo en la
costa la zona del Aguerguer, donde se sitúan dunas consolidadas
como la serie que va desde cabo Bojador a Villa Cisneros. Las
regresiones marítimas seguras de nuestro litoral sahariense han
de ofrecernos, tras recolecciones minuciosas, series de sílex
tallados, con los cuales podrán aquéllas ser fechadas,
como ya en parte se ha hecho con los parajes de otros lugares de la
costa atlántica, tanto en Marruecos (Casablanca, Rabat), como
en Portugal, donde Breuil y Zbyszewski han realizado una labor
ejemplar por su método, claridad y firmeza de sus resultados,
que es de esperar se repita en las costas atlánticas
norteafricanas. |