Reflexiones de un viaje
Raquel Pujades |
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En agosto de 1997 emprendí un viaje,
posiblemente más que viaje, aventura, al Sahara Occidental. En
este viaje se juntaron dos de mis grandes pasiones, que con el tiempo
han ido apasionándome aun más: los viajes y la
prehistoria. Era la primera ves que viajaba a otro continente y además
a un sitio para mi inhóspito, el desierto. Este paisaje, el
desierto, despertó en mi muchas sensaciones jamás
vividas y que muchas veces hecho en falta. Allí el tiempo
existe, pero de distinta manera, reina otra lógica, o al menos
esta es la impresión que me causó. Todo se hace, pero
sin prisas.
Al principio esto me causó un estado de
inseguridad e impaciencia pero con el tiempo aprendí a convivir
con ello. La infinidad del desierto es una imagen impagable, tanto de
día como de noche. De día casi no divisas el horizonte
donde se juntan cielo y tierra. Por las noches el cielo y las
estrellas no tienen fin, mires donde mires tus ojos, solo ven un mar
infinito de estrellas. Y la Luna..., parece otra des del desierto. La
gente es otra gran riqueza. Gente sin tierra pero que te ofrece las
pocas cosas que tiene. Aun así, con la gente, viví una
de las grandes paradojas que existen en el mundo: ellos envidiaban mi
vida, con una casa, pasar ratos mirando la tele... y yo, en cambio, me
preguntaba porqué aquí no pasamos más tiempo
hablando con la gente que nos rodea y desaprovechamos mucho tiempo
delante el televisor.
En este marco, el desierto, tuve la oportunidad de
trabajar en unos yacimientos prehistóricos de pinturas
rupestres y grabados. La primera sensación al verlo fue
impactante, genial. Algunas figuras eran de gran realismo y según
las pinturas y grabados, cómo había cambiado el clima en
el Sahara. Cómo debía ser la vida en este lugar cuando
la mano de unos artistas prehistóricos plasmó estas
figuras en la piedra. Y a partir de aquí me vienen miles de
preguntas a la cabeza sobre el origen del hombre, su evolución,
su relación con el entorno, el aprovechamiento de la
naturaleza, etc. y porqué nos dejaron estas maravillosas
pinturas y grabados. Todas estas preguntas y la experiencia vivida en
el Sahara hacen que cada día me apasione más por el tema
y que cada día tenga más ganas de repetir el viaje.
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