3.4.- Las figuras animales
El estudio de las representaciones de figuras
animales del Abrigo Grande del Uadi Pequeño nos puede
ayudar a conocer mejor el ecosistema existente en el momento de la
creación de este arte y la relación de esta cultura
con su medio. El Sahara es un territorio de transición
entre la zona biogeográfica paleártica y la etiópica.
Algunos autores consideran este territorio como la subregión
Saharaoíndica (Bellani, 1997), en ella evolucionó
una fauna mixta compuesta por especies endémicas y de otras
procedencias. Algunas de las especies endémicas son:
la gacela dama (Gazella
dama mhorr), la
gacela dorcas (Gazella dorcas neglecta),
el arruí (Ammotragus
laervia), el órix
(Oryx damma), el addax (Addax nasomaculatus), el búbalo
(Alcelaphus buselaphus) y el
guepardo (Acionyx jubatus sahararensis), todas ellas
adaptadas a medios desérticos o semidesérticos.
También se encuentra o se encontraba fauna de la región
etiópica, como la jirafa
(Giraffa camelopardis), el avestruz (Struthio camelus) y el
elefante (Laxodonta africana). Durante el paleolítico
superior estos animales habitaban el norte de África y el
Sahara y su desaparición se debe al deterioro climático
y a la explotación humana.
Las representaciones de figuras animales
alcanzan el 17'5% del total de la iconografía del abrigo, y
los zoomorfos representan el 2,1 % del total de la iconografía
del abrigo. Los animales más representados son los
avestruces (36,96%) y las jirafas (34,78%), seguidos por lo bóvidos
(25,09%). Cabe señalar la presencia de la figura de un
elefante (fig. 128). La fauna plasmada en el abrigo nos presenta
esta complejidad zoológica. Por un lado, tenemos muy bien
representados ejemplares de la fauna etiópica, como son la
jirafa y el avestruz. Dentro del grupo de bóvidos suponemos
que pueden estar presentes tanto las especies endémicas del
Sahara como las de otra procedencia. Este tipo de fauna nos
retrata un paisaje semejante a una estepa semidesértica,
que se caracteriza por la presencia de escasos matojos de gramíneas
(Panicum), euforbiáceas, cucurbitáceas y pocos árboles(variedades
de acacias arbustivas). La estepa es un ecosistema entre la sabana
y el desierto, tanto los animales como las plantas que habitan
este medio pueden vivir largos periodos sin agua.
La mayor presencia de avestruces y jirafas en el
registro rupestre del abrigo se debe en gran medida a la
representación de escenas y rebaños de estas
especies. Aunque se encuentran también aislados, la tónica
general es la de mostrarlos en rebaños. Pero a nuestro
entender, la jirafa (ver
lamina 6), (ver lámina
7) es el animal más importante del abrigo, tanto por
la cantidad como por la calidad de las imágenes, destacan
con diferencia, por la ejecución de las figuras, por los
recursos de representación, por sus medidas y por su
detallismo. Este mamífero artiodáctilo, genuino
representante de la fauna etiópica, es un ramoneador que
depende de la existencia de la acacia. Las jirafas pintadas nos
informan de un paisaje donde este tipo de árbol no puede
faltar (el panel más importante es el 11).
Las figuras de avestruces se pueden encontrar
aisladas, pero donde su expresión es más
espectacular es en las escenas , (ver
lamina 8). En el panel 5 descubrimos la máxima
concentración de ellas, en una escena que nos muestra una
de las características de su etología: la cría.
Un rebaño de pequeños avestruces es custodiado por
una pareja de adultos, una hembra y un macho. El número de
crías representado (13) es bastante probable, pues el número
de huevos que una hembra llega a poner es un máximo de seis
y en un nido suele haber una hembra dominante y dos secundarias,
que pueden llegar a juntar un máximo de dieciocho (Rodríguez
de la Fuente, 1981, p.371). Una de las características de
los avestruces es que no tienen época de cría. Son
oportunistas y crían cuando la disponibilidad de alimento
es grande (Rodríguez de la Fuente, 1981, p. 373). Si algún
significado puede tener esta escena es la de signo de abundancia.
Uno de los grupos más difíciles de
determinar es el de los bóvidos. La calidad y cantidad de
los diseños no permiten determinar claramente las especies,
en la lámina 5
podemos observar en primer lugar, la gran variedad de formas que
constituyen este grupo, y en segundo lugar, la dificultad para
determinar a qué especie pertenece cada figura. Una de las
figuras con un diseño más naturalista es la
figura 2, del panel 1. Este bóvido nos permite un análisis
mucho más fino. Existen dos posibilidades: que sea un
bovino o que sea un antílope. Uno de los rasgos que más
destacan en esta figura es su línea dorsal, con una cruz
jorobada, mas alta que la grupa. El cráneo fuerte y
alargado. Los cuernos, que han sido diseñados como vistos
de frente presentan una curvatura parecida a la lira. La cola
corta y fina. El abdomen poco voluminoso. Todas estas características
nos acercan a pensar que estamos delante de un búbalo
(Alcelaphus buselaphus).Durante la prehistoria, los búbalos
existían en todo el norte de África y en el Sahara y
se han encontrado en los principales yacimientos del norte de África.
Se tiene constancia de que perduraron hasta 1950 en Río de
Oro (Sahara Occidental) (Bellani, 1997, p.156). En el panel 7
hallamos la representación de un bóvido (fig. 127).
Debido a su forma creemos que se trata de un arruí
(Ammotragus laervia). Este bóvido, endémico del
Sahara, es considerado un descendiente directo de las primeras
Caprinae, o sea, una especie intermedia entre las cabras y las
ovejas (Ovis). Viven en rebaños con un macho dominante,
varias hembras y las crías, suelen habitar en zonas
pedregosas y montañosas del Sahara, por ello su presencia
en las montañas de Rkeiz (Lemgasem) no nos debiera extrañar.
La figura que analizamos presenta, como en el caso del arruí,
un cuerpo trapezoidal y robusto y una cola corta. También
muestra un cráneo alargado. Los cuernos macizos y cortos
podrían pertenecer a una hembra o a un ejemplar inmaduro.
En el mismo panel 7 aparece una figura (fig.128) que corresponde a
la representación de un elefante, el único que
encontramos en el registro iconográfico del abrigo. Sólo
nos puede confirmar la presencia de este animal, durante la
prehistoria, en el territorio del Sahara Occidental, la qual ha
sido ampliamente documentada, como en el caso del arte rupestre de
Sluguilla Lawaj (Soler, N.; Ungé, J. Escolà, J.;
Serra, C., 2001).
En el panel 13 aparece una pequeña
figura, (fig. 226) incompleta, creemos que se trata de un guepardo
(Acinonyx jubatus). Esta es la única figura de carnívoro
encontrada en la iconografía del abrigo. La presencia de
este depredador en el Sahara Occidental era conocida en épocas
subactuales. Esta figura corresponde a la cúspide de la
cadena trófica del ecosistema faunístico del Sahara.
Existe una subespecie ( A. j. saharensis), de tamaño más
reducido y mucho más esbelto, de color gris arena claro,
las manchas de color pardo claro pequeñas y muy espaciadas.
Esta especie para sobrevivir en el Sahara bebe la sangre y la
orina de sus víctimas, y puede llegar a comer melones del
desierto. Habitó el Sahara Occidental por lo menos hasta
1976: "The last record for the cheetah in Western Sahara
dates to when an animal was captured in 1976 and given to the
Algiers Zoo." |